No sabrán ni tu nombre
ni el mío,
no dirán de nosotros
ni palabra,
hasta el tiempo danzará
en nuestras exequias
para honrarnos con el laurel
del olvido.
No sabrán de mi nombre
más que fui
la que un día te juró
amor eterno,
y en los brazos de la aurora,
adormecida,
musité el sonido
de tus besos.
No sabrán,
vida mía,
que te amé
como ama el rocío
la alborada,
no sabrán que mi boca
se fundió
con la espuma
de tu Río de la Plata.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Andrómeda”, 1869, Edward James Poynter