sábado, 26 de julio de 2014

A ESO DE LA MEDIANOCHE


A eso de la medianoche,
entre las doce y la una,
no extravío zapatitos de cristal
ni afilo caninos
ansiosos de yugulares tiernas,
pues las campanas tocan a rebato
ante un viento alisio 
que propaga el fuego de mis sueños;
un ciclón tropical que me sopla ráfagas de susurros
y me cautiva con su eco colgado de un abismo 
que antes solo escuchaba silencio.

En esa hora precaria de luces
no lamento mi ceguera,
pues alumbra la llama de tu voz
desvelando auroras boreales
dormidas bajo mis párpados apretados de tinieblas,
y el negro se vuelve azul, verde, amarillo, rojo…
y mi piel se vuelve templo, 
santuario para tus manos indómitas,
patria para tus labios voraces.

A eso de la medianoche
tu aliento florece entre las tupidas selvas,
y soy pantera en la fronda
—acechando el latido de tus vísceras—,
y gacela asustadiza bajo los claros de luna. 

En esa hora de sombras zarpa tu buque de guerra
combatiendo, impetuoso, 
los embates de mis olas,
calafateando su proa con sal y savia marina,
y enarbolando
—finalmente—
una paz blanca de espuma.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Voluptas”, Franz von Lenbach (1836 – 1904)

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