Me has traído la dicha
cuando el corazón me latía despacio,
desvanecido por el dolor,
fragmentado en millares de partículas,
como un vidrio roto por la desidia y el desamor
de quien retribuía mis afectos con las miserias
del engaño y la traición.
Llegaste con el embate de las olas
de un océano profundo y abisal,
con el latido del Magreb en los ventrículos
y el aroma de una concubina sellándote los poros.
Llegaste con furia de eterna primavera,
la de esas esmeraldas que guarnecen tus cuencas
y brillan como cometas bajo tus pobladas cejas.
Me legas la pasión por tanto tiempo deseada,
y en mis labios una sonrisa de amapola fresca
de pétalos dispuestos a volar con los alisios.
Me quedo con el sabor de tus besos
y la esperanza
de verte a cada minuto
y de vivirte en cada una de tus letras.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Paolo y Francesca”, Edward Charles Halle (1846-1914)