Disfruta del sol
posándose
como un jilguero locuaz
en tus ventanas.
Disfruta de la luna,
con su cerco lamiendo el borde
de tus espejos,
y sal a las calles
a abatir viandantes
con tus besos de azafrán.
Sal a proclamar la libertad
de las madreselvas.
¡Sal a las calles
y a las barricadas!
Y sangra con cada bala
de felicidad.
Glorifícate con el calor
de otros cuerpos,
levita con tus suspiros
y esconde las dagas
que heredaste de tus cicatrices,
y esconde el manto desflecado
de tus miedos.
Permite
que la incandescencia de la lava
descienda tus laderas
y abrase tus bosques oscuros,
que te incendie
en un relámpago de zafiros,
sin importar que mañana
los glaciares
puedan cerrarte el paso,
porque no hay otra madera
que la del manglar voraz,
porque tras el breve amanecer
la noche será eterna,
eterno será el silencio.
y sal a las calles
a abatir viandantes
con tus besos de azafrán.
Sal a proclamar la libertad
de las madreselvas.
¡Sal a las calles
y a las barricadas!
Y sangra con cada bala
de felicidad.
Glorifícate con el calor
de otros cuerpos,
levita con tus suspiros
y esconde las dagas
que heredaste de tus cicatrices,
y esconde el manto desflecado
de tus miedos.
Permite
que la incandescencia de la lava
descienda tus laderas
y abrase tus bosques oscuros,
que te incendie
en un relámpago de zafiros,
sin importar que mañana
los glaciares
puedan cerrarte el paso,
porque no hay otra madera
que la del manglar voraz,
porque tras el breve amanecer
la noche será eterna,
eterno será el silencio.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "El abrazo de Pierrot", Guillaume Seignac
© RqYnwTwZqUWQueLy