jueves, 3 de diciembre de 2015

FELICIDAD


Felicidad es una palabra
que se articula con la boca muy abierta,
transformando la garganta en un arroyo cristalino
y elevando comisuras y agudos
con pulmones de soprano.
No es fácil pronunciarla, no,
cuesta vocalizar cada una de sus sílabas,
porque cualquier repentino enfriamiento
paraliza la laringe con un carámbano
que termina por ser estalactita,
y ni siquiera el ruiseñor,
trinando indiferente a las lindes
cercadas con alambre de púas,
puede servir de ejemplo.
Resulta trabajoso incluso deletrear
signos tan escogidos,
pues se encasquillan en los labios
antes de que la lengua pueda percutirlos.

Pero
a veces la fortuna acecha,
y aletean insectos fluorescentes
en medio de la noche circular que forma la pupila,
destellos encendidos de luciérnaga
virando del rojo al verde,
del calor de la risa a la armonía,
y entonces las cejas
se levantan y alzan vuelo, y son garzas solemnes,
detrás van las mejillas, ahuecando sus lomos,
los dientes, que relucen su precioso marfil,
y la barbilla, que gira en la bisagra del cuello,
inclinándose hacia arriba y hacia atrás,
como abriendo la tapa del cofre de un tesoro.

A veces la fortuna acecha,
emboscada tras el matorral y los barrotes,
izando su bandera con la voz
de un vértigo lujurioso y transparente.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Crepúsculo", Jared Joslin

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martes, 10 de noviembre de 2015

AL ARTE RUPESTRE (LA TORADA DE LA LOJA)


Hay trazos misteriosos en la vida,
y vida hay en los trazos misteriosos
del rastro de galopes cadenciosos 
avanzando en veloz acometida. 

También esa enigmática partida 
de cuadrúpedos, cinco toros briosos 
y un caballo de cuartos poderosos, 
me deja la memoria desvalida. 

Imagino trazando aquellos uros   
al cazador, artista y hechicero, 
proyectando su luz sobre los muros 

sinuosos de la cueva, con austero 
gesto, y delineando los oscuros 
recovecos con filo de puntero. 

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Fotografía: detalle del caballo del panel rupestre llamado "La torada de la Loja", Cueva de la Loja, Asturias, España

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sábado, 10 de octubre de 2015

VUELVO A TI


Vuelvo a ti 
como el salitre vuelve a la matriz de las olas, 
como la sombra regresa a la luz que la concibe,
como la memoria retorna al eje del tiempo.

Vuelvo aterida,
con mis pies lacerados por cardos,
con mis cuencas florecidas de amapolas,
con mis arterias calcinadas por el verbo de la noche.

Vuelvo ignorando
si más allá de la alambrada que cerca los confines
existe algo que no sea un valle ceniciento.

Vuelvo devastada 
por los incendios y necesitada del calor de un beso
sin sabor a humo.

Vuelvo con la esperanza 
de que la clemencia emprenda un viaje 
al centro de tu pecho.

Vuelvo para respirar 
el oxígeno que no ha sido devorado por el fuego

y quedarme contigo en la trinchera 
que aún conserva la humedad 
de la tierra y las raíces.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Lamia y el soldado" (1905), John William Waterhouse 


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miércoles, 30 de septiembre de 2015

SOY LO QUE SOY


Soy lo que soy,
nunca podría haber sido otra.
El pez nunca será gato
ni el gato, pez;
la puerta nunca será ventana
ni la ventana, puerta,
por más que sus marcos se parezcan.

No habrá brillos estelares
fulgurando tras el canto del cisne
ni hubo pétalos de margarita
entre mis ancestros;
tampoco nadie
ensalivará un sello
y lo adherirá a un sobre
que me contenga
tras mi deceso,
para que el tiempo oficie de cartero
con el abrazo concéntrico
de su viento, pues no hay destinatario
escrito y esa carta
nunca encontrará otro cuerpo.

Los granos de materia se conmueven,
en su plano arrugado y finito,
buscando el picaporte
que abra una pestaña de luz,
huyendo, aterrados, del misterio
oscuro,
ajenos, sin duda,
a su faz serena e inalterable,
a su faz sin antes y sin después.

(Mayte Llera, Dalianegra)
    
Pintura: "El lamento de la hija de Jefté" (1871), George Elgar Hicks 

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jueves, 17 de septiembre de 2015

NUDA VERITAS


Te yergues sosteniendo la carga del cielo
sobre la cruz de tus brazos,
poseída por tu propia naturaleza consecuente,
y viertes sobre nosotros el azogue del espejo,
para envenenar nuestro conformismo,
nuestra singladura más anodina.

Pero ¿acaso existes?, 
¿acaso no serás un mero reflejo proyectado 
por el mismo cristal?

Si existes,
lucha por tu aliento,
pelea hombro con hombro
con quien se atreva a cubrirse 
con una égida flecada de serpientes,
para protegerse del engaño 
y adivinarlo entre la saliva,
con quien se atreva a empuñar una lanza,
para desbrozar tu camino de fraudes,
con quien se atreva a hacer de su pecho
la guarida de la Gorgona,
para petrificar la mentira.

Lucha por tu desnudez sin embozo,
para que por tus grietas no se filtre el sofisma,
envuélvenos con tu piel inmaculada
y deja que las sombras 
se escurran lejos del alcance de las brújulas.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Palas Atenea" (1898), Gustav Klimt, 
Museo Histórico de la ciudad de Viena

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domingo, 30 de agosto de 2015

BIENVENIDA, DALIA


Bienvenida, 
Perséfone vegetal que resurges 
bajo la urdimbre dorada
cuando la primavera 
tarda y llega en la canícula.

De entre hojas y tallos ajenos
emerge el recordatorio estacional
de los tuyos,
y cuando riego el jardín
veo tu mata
semejando grutescos caprichosos
de acanto corintio,
pero no, tu reino
no fue de este mundo,
sagrada xicaxochitl.

Bienvenida, 
dalia de pétalos afilados 
como lanzas ensangrentadas 
de verano.
Llevas en tu corola estrellada
la sonrisa rubicunda de un aleluya,
la misma alegría 
que enmaraña 
las leoninas melenas
de los cometas.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Dalias" (1940-47) Hermenegild Anglada i Camarasa


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La "musa" inspiradora de este poema, en mi jardín

sábado, 15 de agosto de 2015

EUROPA


En una de las márgenes del Bósforo  
germinó la semilla de su nombre; 
se sembró al escupirla alguna boca 
desde la orilla opuesta, mientras el discurrir 
serpentino del agua la humectaba.

¿Qué se sabía entonces de occidente 
y oriente? Los humanos trasegaban sus rumbos 
persiguiendo la luz de las estrellas.

Nadie profetizaba su destino, 
no la consideraban más que un trozo de tierra, 
una insignificante región que las sibilas 
despreciaban altivas, sumidas en las sombras 
oscuras que provee la ignorancia. 

Todo nace minúsculo, creciendo 
con el soplo del tiempo, y así llegó a titán 
el embrión de esa tierra y de ese nombre. 

Sabemos que nació, sabemos que está aquí, 
y debemos saber que todo cuanto existe 
—incluso el brillo ardiente de las constelaciones— 
permutará colores y figuras
como pasan del blanco al gris las nubes, 
como cambia el vapor de forma al incidir 
el viento con su fuero.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El rapto de Europa", Alexander Nedzvetskaya  

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sábado, 8 de agosto de 2015

LETRAS BLANCAS SOBRE FONDO NEGRO


Las emes de Martin y de Malcom
quisieron ser gomas de borrar
y atacaron a otra eme, la de miedo,
que se había escrito
tras la ese de secuestro,
melliza inseparable
de la de siglos.

La eme de Martin optó por desangrarse
antes que derramar eses de sangre ajena,
mientras que la eme de Malcom
derramó eses de sangre ajena y propia,
en un fuego cruzado de emes de muertes.

La be de barco había partido 
varias centurias atrás,
y había hecho buenas migas 
con la o de océano 
y la te de travesía.
La be de barco brindaba con ron antillano
después de la hora del té,
sus ojos de buey 
habían visto pasar, entre las olas,
la ruda e de los españoles
y la tosca pe de los portugueses,
por eso se embelesaban
ante el conspicuo lustre de la i inglesa.

A la be de barco le importaba poco
la ce de confort para con otra ce, 
la de cargamento.
Alineados como bultos, 
piernas, brazos y cabezas, sólo eran eso. 

La a de aire fresco,
aun cuando era un potro indómito
en la cubierta, 
en las bodegas era un tesoro 
pirata enterrado sin mapa,
no llegando 
a los pulmones de los encadenados, 
que recibían en su lugar el fétido soplo
de la e de enfermedad.

Nada mejor que soltar la ele de lastre
para acelerar la velocidad, ¡los tiburones 
están hambrientos!

Y pasamos otra vez por la pe,
ahora de puerto, y por la eme,
esta vez de mercado, 
retornando, indefectiblemente, a la pe de puja.

¡Qué buena compra han hecho algunos!
Uno con hache, de hercúleo,
con la carne de bronce pulido
estallando la piel,
y otra, de nuevo con la be,
en esta ocasión de belleza,
para satisfacer los instintos 
más bajos de la clase más alta,
y si defrauda: ele de látigo
y a recoger a de algodón.

Si no pueden soportarlo
no se les ocurra la efe de fuga,
pues hay ces de cepos, pes de perros 
y haches de horcas;
no se les ocurra esa efe,
pues no existe la i de adónde ir,
ni la jota de justicia.

Tampoco esperen que la te de tiempo
les ayude gran cosa, 
porque esa te es perpetua aliada 
de la pe de poder.

Les costará hacer oír sus voces,
les costará que les dejen 
siquiera acercarse a una urna,
y cuando por fin lo hayan logrado,
llenarán sus vidas 
con la uve de vacuidad
y atestarán los míseros barrios 
que habitan con otras uves, 
las de vicios proscritos que les conducirán 
hacia las ces de las cárceles.

Esto está escrito 
con letras blancas sobre fondo negro,
con letras en negativo.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Andrea con pañuelo azul", Scott Burdick

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domingo, 19 de julio de 2015

ENTONCES (soneto en alejandrinos)


Entonces no importaba que hubiera sol ni luna,  
ni noche, ni mañana, ni rosas en jarrones, 
ni enredaderas verdes colgando en los balcones,
ni risas en la calle, ni niño en una cuna. 

Entonces no veía la arena de la duna, 
ni el tiempo que se escurre por entre los rincones, 
ni las dificultades que escalan farallones, 
ni la falta de números para lograr fortuna. 

Entonces contenía mi aliento solo al verte, 
respiraba los aires de tus ojos de cielo,
levitaba entre nubes bendiciendo mi suerte. 

Entonces pasó aquello que me derribó al suelo, 
llegaron las borrascas soplando un viento fuerte. 
Entonces era entonces y ahora queda el duelo. 

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "El amor y la doncella" (1887), John Roddam Spencer Stanhope 

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Música: Yo vengo a ofrecer mi corazón, Fito Páez

sábado, 27 de junio de 2015

MUNDO ANTIGUO


Ánfora, hidria,
olpe, crátera,
enócoe, kílix…

cuando el tiempo pesa más que el polvo
de los huesos,
los objetos son la voz de la memoria.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Adriano visitando una alfarería británico romana" (1884), Lawrence Alma-Tadema

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miércoles, 3 de junio de 2015

LA CIUDAD


La ciudad era un diamante
cuyas facetas centelleaban
con el tránsito de la luz
hasta herir los ojos.

Se componía de un sinfín
de panales formados por celdillas cristalinas
que, cuando las alas calurosas de la tarde
se cernían sobre ellas,
respiraban azogue
y reverberaban el plasma solar,
convirtiéndolo en purísimo oro.

La ciudad era una diáfana transparencia
emergiendo
de entre los cimientos plomizos
de su ancestro de argamasa,
era un bosque etéreo y translúcido
donde crecían los obeliscos
de acero y vidrio
que aguijoneaban el cielo.

Era un grandioso espejo de sí misma
donde nadie se reflejaba.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Mujer de azul con una guitarra" (1929), Tamara de Lempicka

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domingo, 31 de mayo de 2015

TABLA DE MULTIPLICAR


Dicen que el hombre
era espejo de su Creador
y que fue un ser único como Él,
y que viéndose incapaz
de dominar el mundo
desde su orilla solitaria,
precisó de algo tan trivial
—en apariencia—
como la multiplicación.

Y al igual que su Hacedor se había
multiplicado, él, siendo su sucedáneo,
habría de encontrar la fórmula
para multiplicarse también,
antes de que pudiese
aparecer un tal Darwin
y hallase razones
para contrariarle.

Milagrosamente
llegó alguien a quien llamaron Eva,
surgiendo de una costilla
del que después
sería el padre de sus hijos.

Y he aquí
que lo que podría haber llegado a término
como una comedia romántica
protagonizada por Hugh Grant,
dejó alguna que otra queja
por discriminaciones varias,
por maltratos físicos y psíquicos
y, sobre todo,

por hacer un uso indebido
de las matemáticas.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La creación del hombre", escena central de la bóveda de la Capilla Sixtina (1508 - 1512), Miguel Ángel Buonarroti. Ciudad del Vaticano

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jueves, 28 de mayo de 2015

PALABRAS


No todas las palabras
suenan del mismo modo,
algunas como playa, ola, verano,
arena, palmeral, vergel, oasis,
son refrescante jugo de papaya
y tienen la dulzura de los dátiles.

Las hay con suavidad de terciopelo,
de ojos tiernos de niño descubriendo
entre las bagatelas maravillas.

Otras son redentoras como rosas,
clavando las espinas de sus tallos
para besar después la carne herida
con sus labios de pétalos fragantes.

Sin embargo, no todas las palabras
mantienen su brillante pulimento,
algunas se enmohecen con el tiempo
y padecen herrumbres permanentes;

si bien hay excepciones que florecen
y son lirios bebiendo la belleza
debajo de las costras oxidadas.

Ilusión y esperanza
son dos de esas palabras.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “La caja de Pandora”, John William Waterhouse

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domingo, 17 de mayo de 2015

PRISIÓN

Algunas veces
la vida
nos empuja a la ceguera
y buscando el amor,
la felicidad,
la risa,
encontramos barrotes
y altas torres.

Deseamos
borbotones de alegría
y en la boca
nos mueren las estrellas,
en el pecho
nos estallan maremotos
y en el vientre
nos sangran mariposas.

Demasiada confianza otorgada
a la permuta,
demasiado candor el que alojan
los corazones mansos.

La felicidad
no es luz
que se filtre por las rendijas.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Biblis” (1884), William Adolphe Bouguereau

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Música: "Behind blue eyes", Limp Bizkit

  

jueves, 7 de mayo de 2015

OJOS (Nepal tras la tragedia)

Algunas estupas lucían
unos colosales ojos de Buda
pintados sobre la albura de sus bóvedas.

Ojos con forma de arcoíris
que sonreían manifiestamente a otros ojos,
ojos que inscribían en sus pupilas
la esperanza rutilante
que concebía una especie extraviada,
entre las quimeras
que colmaban de promesas los rincones.

Esos ojos
hoy enarbolan jirones de plegarias inaudibles
sobre los dinteles quebrados de las puertas.

Esos ojos,
ante el vientre cuarteado de la tierra, vislumbran
un arpegio escrito en el pentagrama de las ruinas,
un acorde grave, como de estrellas desplomándose
desde el cable descolgado de un trapecio.

(Mayte Dalianegra)


Fotografías propias de la Estupa de Swayambhunath, en el Valle de Katmandú, tomadas en agosto de 2006

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miércoles, 29 de abril de 2015

LA GACELA


La gacela nunca piensa
que un día,
un día cualquiera,
un día sin asombros,
un día sin esquinas,
mientras pasta bajo la placidez diurna,
sentirá el cuchillo de unas fauces
germinando la envoltura de sus párpados.

Si a su mente acudiese tal pensamiento,
si la sola raíz de ese dilema asomase
sus entrañas bajo el manto dulce de la niebla,
seguro sería la inanición el motivo de su muerte,
nunca la voracidad del león.

La gacela corre inquieta
ante el menor argumento de lance,
aunque el cristal veteado y prófugo
de sus ojos no llegue a imaginar jamás
el vértigo clamoroso
de la sangre.

Al igual que la gacela,
corremos arriba y abajo
siguiendo un código tan críptico
como el de las constelaciones,
como el de las abejas.

Corremos arriba y abajo
desbrozando caminos,
desatando lazos,
proyectando haces de luz
que descubran la guarida de la sombra
y la obliguen a crujir
con un temblor huesudo.
Corremos arriba y abajo
desterrados de la seguridad del claustro,
indefensos ante la espada del miedo,
y suspiramos aliviados cuando cada noche
damos término al día,
suspiramos aliviados engullendo lotos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El león hambriento se lanza sobre el antílope" (1905), Henry Rousseau. Fundación Beyeler, Riehen, Basilea, Suiza

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viernes, 24 de abril de 2015

UN PASEO BORDEADO POR LOS TILOS


Los ojos ven un amplio paseo,
bordeado por la fronda de unos tilos,
donde solo la punzante arista del alambre
tiene su casa.
Los pies lo surcan con la atávica
ceguera de los funámbulos,
y hay un abismo negro y sediento,
un abismo incorpóreo y recóndito
que se abre a los flancos
como una catacumba,
como una fosa común
que pacientemente aguarda
a todo cuanto respira,
y con cada paso,
y con cada pestañeo,
esa tumba abisal abre su boca
mostrando el filo cortante
de sus mandíbulas,
y hay que driblar sus envites
sin siquiera percibirlos.

Virajes vanos
con la no menos banal esperanza
de arañar algo de tiempo
y conservarlo como mugre bajo las uñas,
pues su saliva
ya sabe del sabor de la presa
y con sus quijadas
ya escarba la tierra, ya arregla el lecho.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Un parque de la ciudad" (1887) William Merrit Chase

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viernes, 10 de abril de 2015

HERMOSO AMOR


Hermoso amor
que un día depositaste tus besos
sobre las floridas adelfas
de mis jardines:
soy Babilonia,
toda puertas, toda palabras,
toda secretos.

Soy Babilonia
y ansío liberar el travertino 
de sus huecos
—las negras oquedades
donde reptan, en espiral,
las sierpes hambrientas del tedio.

Soy Babilonia
y ansío liberar el tacto del mármol 
de sus cerrojos
de hielo;
ansío esa victoria
sobre el gusto a roca inerte
y que se mute en dulce y cálida madera,
y que el filo de una llama la consuma, 
laminada ya en bucles de viruta,

y que renazca hecha dragón
y que regrese a mí como a su Ítaca.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Dos muchachas con adelfas" (1890), Gustav Klimt, Wadsworth Atheneum, Hartford, Connecticut, Estados Unidos

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domingo, 5 de abril de 2015

SI SIENTES QUE EL CORAZÓN TE APRIETA...


Si sientes que el corazón
te aprieta los poros,
despégate del suelo,
deja que levanten vuelo tus alas,
las de liviana pluma,
las de blanca pluma
de garza,
las que no permiten
que la boca de la tormenta
alcance los innúmeros paraísos.

Deja que una brisa azulada temple tu frente,
tu frente poderosa de basalto,
y cierra los ojos,
divisa el paisaje de tus párpados,
el riego reticular de los capilares
que fertilizan tus retinas
y las transforman
en exuberantes vergeles,
en jardines de mandrágoras.

Si todavía así
sientes que crepita la llama
del desamparo,
penetra en tus abismos,
los que conducen a tu núcleo de fulgores
sin sombras,
ese cuyas membranas
aún conservan huellas de manos infantiles,
aún conservan sonrisas inocentes.

No te detengas, prosigue
tu incursión y evita las marejadas,
la conspiración de las centellas,
la palabra mercenaria que se adosa al oído,
los demonios coronados de pétalos,
los amuletos y los escapularios.

Evita todo eso y más que encuentres
allá donde tus pies hallen senderos.
Evita la maldición de la memoria
cuando te abra en llagas,
y evita la soledad de la muchedumbre.

Camina sobre la hierba dócil
y llega,
aunque tengas que hacer uso del atajo,
aunque tengas que emboscarte
entre las rosas.

Arriba a la costa que lleva por nombre
tu mismo nombre
y, cuando lo hagas, fondea.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La partida de los argonautas de Yolcos" (1487), atribuido a Pietro del Donzello

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miércoles, 1 de abril de 2015

KERKOUANE (TANIT)


La brisa salina
perfumaba las alas de una tarde
de velaje azul, como un zafiro,
con la pleamar rizando el oleaje.

Tanit parecía
trazada por una mano pueril,
esbozada con teselas de caracola
engastadas en un atrio milenario.
Su cuerpo triangular
soportó el tránsito de muchas vidas
que después
formaron parte de las nubes.

No puedo
estimar cuánto hace de aquello,
pues la mente es una alondra
revoloteando alocada
al imaginar la densidad de los siglos,
solo sé que ante mí
el mar era un cielo líquido,
y el misterio de Kerkouane,
teñido con la púrpura de sus múrices,
era un corazón latiendo
con el diapasón de las olas.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Dido construye Cartago" (1815), Joseph Mallord William Turner, National Gallery, Londres

Nota: Kerkouane, situado al noreste de Túnez, es un yacimiento arqueológico púnico, Patrimonio de la Humanidad, que se ha preservado sin modificaciones de épocas posteriores, y que conserva los enigmáticos baños que poseía cada vivienda, teñidos con la tintura púrpura obtenida del múrice, un molusco cuya extracción constituía la principal industria de la ciudad.


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jueves, 26 de marzo de 2015

VERMEER


Parecía una escena pintada por Vermeer:
desde la ventana, una luz perlada
cruzaba la estancia en diagonal,
y todo cuanto en ella había
gozaba de su fluorescencia.
La mesa, las sillas, los jarrones chinos,
las alfombras persas,
todo brillaba con el esplendor
de un colorido nuevo.

Las pupilas se acostumbraban
al sosiego diurno
y el corazón latía más despacio,
con una mesura
para la que no había sido aún domesticado.

Ya había olvidado morir en tus labios 
con la cadera ceñida de soles 
y fragmentarme cada noche
como una estrella de vidrio.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Joven con jarra de servir agua” (1665), Johannes Vermeer. Metropolitan Museum of Art, New York

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domingo, 15 de marzo de 2015

AGOSTO EN EL CAIRO


Era agosto en El Cairo
—mes de alcobas vacías
en las cálidas noches—
y el humo de las cachimbas
de “El Fishawy” nos abrazaba.

Naguib Mahfuz ya no se reflejaba
en la plata turbia de sus espejos,
pero algo suyo vibraba aún en el aire
como un testimonio del fuego.
Una presencia reveladora,
quizá del trazo de su letra,
quizá de sus huellas...
o tal vez una de sus palabras
podría haberse quedado apresada
en el sofocante calor nocturno,
buscando el rayano callejón de Midaq
y sus milagros,
y volvía a nosotros
como diariamente volvía el dios Ra
—desde la oscuridad—
a iluminar la vida.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Vista de El Cairo”, Jean León Gérôme (1824-1904)

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