Negro es tu rostro,
mineral y oculto,
luna oronda,
suspendida de un invisible
trapecio en el espacio sidéreo.
Negra, seguro,
es tu intención
de enamorar a los incautos
que admiran tu fulgor
hermano de la deidad solar.
Ya no me engañas, luna,
por más misterios con que te envuelvas
y te anuncies, por más velos de tul
—diáfanos en apariencia—,
con los que enmascares tu faz de ninfa.
Enamorarme no puedes,
que los amores que me inspiraste,
tristes falacias fueron,
y de ellos nacieron mentiras tristes.
Ya no me engañas, luna,
de tu maldad me río ahora,
pérfida diosa, Selene impura,
¿cuántos corazones se han visto rotos
por reflejarse en el río
que bañaba tu imagen sórdida?
¿Cuántas citas de amantes
rasgó el frío puñal de la alborada,
cuando impertérrita te alejabas
encaramada en tu brillante carro de plata?
Ya no me engañas, luna,
las pasionarias abren sus pétalos
cuando la noche muere en mi cama,
y ahora decido con quién comparto
el tibio aliento de la mañana.
mineral y oculto,
luna oronda,
suspendida de un invisible
trapecio en el espacio sidéreo.
Negra, seguro,
es tu intención
de enamorar a los incautos
que admiran tu fulgor
hermano de la deidad solar.
Ya no me engañas, luna,
por más misterios con que te envuelvas
y te anuncies, por más velos de tul
—diáfanos en apariencia—,
con los que enmascares tu faz de ninfa.
Enamorarme no puedes,
que los amores que me inspiraste,
tristes falacias fueron,
y de ellos nacieron mentiras tristes.
Ya no me engañas, luna,
de tu maldad me río ahora,
pérfida diosa, Selene impura,
¿cuántos corazones se han visto rotos
por reflejarse en el río
que bañaba tu imagen sórdida?
¿Cuántas citas de amantes
rasgó el frío puñal de la alborada,
cuando impertérrita te alejabas
encaramada en tu brillante carro de plata?
Ya no me engañas, luna,
las pasionarias abren sus pétalos
cuando la noche muere en mi cama,
y ahora decido con quién comparto
el tibio aliento de la mañana.
Mayte Dalianegra
Pintura: "Ninfa de la luna", Luis Ricardo Falero (1851 - 1896)