Hoy abro mi vida a un viento nuevo,
a un sol de luminosidad extrema,
a la albura de esperanzas
que son tersura primaveral
en el umbral del verano.
Hoy abro mis brazos
—extiendo huesos, músculos,
cartílagos y nervios,
venas, arterias, piel,
y un leve vello que se eriza
a tu contacto—
y te cerco.
Son férreos barrotes,
cárcel donde confinar tu calor,
celda carnal donde alojar tu cautiverio.
Tu captora soy, tu señora,
también tu sierva, y me abro a ti
como se abren los capullos de las flores
cuando el día despierta, ofrendando
el corazón en altares de promesas.
Hoy abro mi ventana
al trino de la golondrina,
a su cola ahorquillada y su pecho salino,
a su alegría innata y su vuelo veloz.
Que cuelgue su nido bajo mi balcón,
que pasen las horas, los días, los años,
que vengan libélulas
para alimentarla.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: “A sprig of white blossom” (Una rama de flores blancas), Francisco Lacom