sábado, 31 de diciembre de 2011

HAIKU DEL AÑO NUEVO


El año nuevo
será felicidad,
dicha sin par.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Amorcillo durmiente" (1882), Leon Perrault

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viernes, 30 de diciembre de 2011

QUIZÁ


Quizás ese eco profundo
que se desploma
con rugido de ola,
con redoble de tambor,
océano bravo
engastado en el acantilado
de una estrella que amenaza
con implosionar toda una galaxia,
sea el bramido seco,
desabrido, árido y desértico,
de la bestia que me habita.

Quizá sea llanto de pasión enfebrecida,
de dolor, de angustia,
de desesperanza plena,
exhaustiva,
doliente como una aurora boreal
ante los ojos del ciego,
catarsis necesaria
que precede a la purga,
que anticipa la expiación del pecado
de nacer sin consciencia plena.

Quizá todo eso sea necesario
para que las hojas retoñen en las ramas caducas,
para que el ciclo se transforme en perpetua espiral
y el corazón se purifique
con sus diástoles y sístoles.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “The Fates gathering in the stars” (“ Las Parcas recolectando las estrellas”), 1887,  Elihu Vedder

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martes, 27 de diciembre de 2011

DESNUDANDO


Desnudando mi cuerpo de aflicciones,
de temores inciertos y de fallos,
de estertores lacónicos, vasallos
de tibiezas infames y traiciones,

reanudo una vida entre algodones, 
regalada de joyas de un serrallo, 
que me habita la piel en la que hallo 
considerable gozo y diversiones.

Desnudo de ropajes mi cintura,
mis glúteos, mis muslos, mi cadera,
mis pechos de mamilas en negrura,

y la gruta profunda de venera,
que pariera en tortuosa coyuntura,
a la diosa Afrodita que me espera.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “A bath” (“Un baño”), Frederic Leighton

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lunes, 26 de diciembre de 2011

LA NUBE


La nube, en su liviandad,
cuando observa —desde su excelsa atalaya—
la arena del desierto interminable,
no imprime huella alguna
sobre ella.

Mas cuando besa —con labios mórbidos
y húmedos—
los mismos granos de oro
que alfombran la vasta playa, 
aguijonea con fuerza
horadando su tersura,
imprecando a cuarzos y feldespatos,
carcomiendo el satén
de ese puzzle de partículas.

La nube, en su sutileza,
pierde las formas etéreas, se licúa,
se vierte sola, más aún,
se precipita de maneras sulfurosas:
con dentelladas al aire,
con carcajadas al viento.

Y se extrema y se disuelve
como se disuelve el tiempo cuando te siento tan lejos.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Vista de Delft" (1661), Johannes Vermeer

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martes, 20 de diciembre de 2011

UN SONETO (aunque no sea Lope de Vega)


Un soneto me manda hacer Violante, 
aunque no sea Lope, ni de Vega 
apellidarme pueda, ni en la friega 
de ansiar las distinciones arrogante 

deba mostrarme, siendo una aspirante 
como otra a convertirme, con entrega, 
en trovador que el ánima sosiega 
y arrulla el corazón más apremiante. 

Poeta quiero ser de envergadura 
—aunque el tiempo me mire en la distancia—, 
poeta sin llegar a la locura. 

Que codicio perderme en asonancia,
en consonancia hallarme la cordura 
y en la pluma volcarme en abundancia. 

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Schrijvend meisje” (Dama en amarillo escribiendo), 1665-1670, Johannes Vermeer. Galería Nacional de Arte de Washington D. C.

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lunes, 19 de diciembre de 2011

A MI PADRE


Vives, padre,
en un bucólico jardín bordeado de limoneros.
Las buganvillas escalan la tapia
para admirar la vastedad del paisaje que se rinde, 
fuera, a un horizonte inabarcable e infinito.

Vives, padre,
entre árboles en flor,
entre azahares purísimos esplendiendo su albura.

Vives, padre,
en la recóndita médula de mis recuerdos
más bellos y queridos,
y mientras yo siga viva,
vivirás conmigo, padre,
vivirás conmigo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Almendro en flor", Vincent van Gogh

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jueves, 15 de diciembre de 2011

REGRESO


Regreso a casa
acariciando, con yemas dulces,
las espigas 
que la tierra nutre de sol
en la profundidad de su útero.

Regreso a casa:
el gesto cansado,
la piel de una Ariadna dormida
cegando los poros,
y el tiempo 
(ese atleta de infatigables músculos, 
ese rodamiento permanente y elástico)
estrechando el círculo de la memoria
como un grillete de acero,
como una corona de hojalata
—sin gemas ni valor alguno—
ceñida sobre la frente de la náyade Lete.

Tal vez sólo haya transcurrido un segundo,
tal vez un eón,
mas qué importa,
pues hoy regreso a casa,
al reino celeste de tus ojos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Ariadna" (1898), John William Waterhouse

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martes, 13 de diciembre de 2011

PENA GRANDE


Vivía una pena grande,
se le aferraba a la espalda 
oprimiéndole la tráquea,
le quebraba los silencios
de la mañana a la noche,
de la noche a la mañana,
y la envolvía en un manto 
de gotas precipitadas.

Con la alborada dormía,
y en la noche fría y húmeda,
sus ojos se alborotaban
como crines de caballos
batiendo por la yeguada.

Vivía una pena grande,
concentrada de salitre,
embebida de salmueras,
y su vida se escapaba
emulsionada en marismas.                

Pero llegado a aquel cruce
de diligentes relojes,
donde las agujas marcan
las horas del interludio
entre la vida y la muerte,
ella prefirió la vida,
dejando para otro tiempo
dormitar el Sueño Eterno.

(Mayte Dalianegra)

Pintura:"The tambourine girl" ("La chica de la pandereta"), 1906, John William Godward

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sábado, 10 de diciembre de 2011

LA SEQUÍA


La sequía es una cobra nauseabunda,
y cuando ansías su piedad,
ella te mira
con sus verdosos ojos de aguamarina,
más gélidos que los cubitos de tu nevera,
y te percatas, entonces
-—porque hasta ese momento
le rendías la pleitesía que le rinde
un ignorante o un cándido—
de que, a partir de ese instante,
te mirará por encima del hombro,
con soberbia, con arrogancia,
y entenderás que si hasta ahora
el agua manaba dulce y mansa
de los grifos de tu hogar,
desde esa misma ocasión,
será indiferente que telefonees o no, de forma reiterada,
a cuanta compañía diga hacerse cargo del servicio,
pues todo acto en ese sentido resultará infructuoso.

Porque la sequía ha llegado a tu casa
y no solo a ella,
también ha llegado a tu vida, 
a tu corazón
antes saturado de humedades,
y notarás, ¡oh, pobre ingenuo!
cómo los surtidores de tu jardín se han atascado
y ya las aguas, incluso las residuales,
se niegan a salir por las espitas.

Tendrás que habituarte a vivir entre las dunas,
a pisar las ardientes arenas
y a sufrir sed desde el orto solar hasta la aurora,
porque el río que colmaba de amistad
tu menesterosa vida, se está secando
y en su lecho queda
un yermo páramo baldío.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Prayer in the desert” (“Oración en el desierto”), Jean Léon Gérôme
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viernes, 9 de diciembre de 2011

AÑOS Y AÑOS

A mi madre
Hace años que te fuiste,
años de estrellas apagadas en tus ojos,
de estrellas que ahora son topacios turbios,
años de horizontes difusos, desdibujados,
sangrando su luz violeta
sobre la comisura de una lágrima.
Años de huecos
donde cabe, como un puño menudo,
la memoria de tu risa,
que era un arroyo temprano de primavera
con su tibieza, un pájaro de pecho pardo
gorjeando en la enramada.

Años que son arrugas de tiempo, pliegues
en la cuenca del aire,
grietas donde el viento asienta un gemido
con forma de silencio.

Hace años que te fuiste,
años que van morigerando mis pesares
relativizados en la cúpula grisácea
de un asterisco en el calendario.
Años de recuerdos desvaídos
como los colores de mi infancia,
de lluvias melancólicas que lavan el trigo
que el sol había forjado con su metal precioso,
de redenciones que siembran el mar
con el fuego que palpita en el crepúsculo.

Años en que mi boca te llama repitiendo tu nombre
en el seco tañido de una campana,
años y años
de ausencias,
de cicatrices que un látigo grabó, 
inclemente, sobre la pálida niebla.

Años y años embalsamados,
enmascarando el pertinaz efluvio de la nostalgia
con un fragor de cálices y corolas.
Años y años, dulce madre mía,
con tu cuerpo de espigas y uvas
ofrendado a la tierra.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Winding the skein” (devanando la madeja), 1878, Frederic Leighton

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martes, 6 de diciembre de 2011

ESPÉRAME EN EL ELÍSEO


Espérame en el Elíseo, amor,
no me demoro,
solo me estoy calzando
las medias de seda negra
sobre la seda de mi piel.

Espérame, que me pongo rimel
para que mis pestañas luzcan
la organza hilvanada
por la sabia astucia del arácnido cruel.

No me demoro, amor,
sabes que vivo como vive el vino,
para ser degustado con delectación.
No me demoro, amor,
sabes que soy de tu entera satisfacción.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Eric Wallis

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lunes, 5 de diciembre de 2011

MIS POEMAS YA NO SON PARA TI


Mis poemas ya no son para ti,
salvo éste,
el último,
ni los del amor rendido y romántico,
silabeados por un corazón pueril,
ni los de otro tipo de amor,
tintados por el fuego de la libido.

Mis poemas ya no son para ti,
salvo éste,
el último,
agostada la savia que diera
efímero verdor
a lo inerte en el instante del parto,
a la pasión unilateral alumbrada
y ejecutada por el hacha homicida
segundos después,
a lo que pudo ser y no fue.

Mis poemas ya no son para ti,
salvo éste,
el último.
Ya no verán tus ojos mis humildes
y arrebatadas letras,
ni esas imágenes de un volumen vivo, 
envuelto en piel,
dotado de latido y sentimiento.

Ya no verán tampoco los míos
tu rostro de oculto y frío reverso lunar,
ni sabré de tus súbitos cambalaches,
porque este es mi último poema para ti.

Ahora de nuevo soy paloma torcaz
y alzo el vuelo en pos de otro sueño,
de manos más generosas
que viertan sobre mi pluma
y sobre mi espíritu,
el divino esperma de la inspiración.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Las cuatro musas con Pegaso”, Caesar van Everdingen

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viernes, 2 de diciembre de 2011

CUANDO CREÍ QUE TE PERDÍA


Ayer, cuando creí que te perdía,
pensé que con tu amistad también se iba
la melodía de esa voz atemperada,
afinada por melancolías y nostalgias pretéritas,
de esa voz escuchada en la reverberación de un poema
que arroba el instinto con el arrullo de su eco.

Pensé también que tu imagen,
esa que bosquejan las cuatro fotografías
—y digo cuatro con la exactitud de un docto Kepler—
que con celo guardo en el baúl de mis tesoros,
pasaría a ser un recuerdo somero y difuso.

Y creí que, junto con tu amistad, también perdía
—en mi infinita habilidad por malograr
aquello conseguido con ahínco—
la grata compañía que me brindas,
esa que hace florecer las rosas en mis balcones
aun cuando caigan los copos del invierno.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Gather ye rosebuds while ye may" (" Junta capullos de rosa mientras puedas"), 1908, John William Waterhouse
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viernes, 25 de noviembre de 2011

HABANA VIEJA


Habana Vieja,
torrente antiguo,
sones y danzones
de melaza y caña hambrientos,
amamantados en pechos de mulatas
que contonean caderas de guitarra,
por aromas de ron añejo
y hierbabuena rasgueadas.

Habana Vieja,
semen de mambises engendrando héroes
hasta el hemisferio austral.
Malecón por el amor traicionado,
cantos de sirena
que son sólo eso: ¡cantos!

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Ramón Lombarte
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A LOS AEROGENERADORES


Molinos sin Don Quijote,
blancos gigantes aspados
dibujan el horizonte
de los cerros castellanos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Boreas and fallen leaves" ("Bóreas y las hojas caídas"), Evelyn De Morgan

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lunes, 21 de noviembre de 2011

LA AVIDEZ DE LOS NENÚFARES


La avidez de los nenúfares
reclama de mí
la suerte de una Ofelia enredando
su núbil cabellera en el seno lacustre
del olvido.

Vida inútil desangrada entre la niebla
del desatino necio,
bebiendo las aguas del Leteo,
fagocitando lotos de pétalos
tan virginales como un papel en blanco.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Ofelia” (1910), John William Waterhouse

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viernes, 18 de noviembre de 2011

HOY NO VENDRÁS


Hoy no vendrás a este ágape
de alimentos fríos e insípidos.
La cena ya no recibirá nunca
el calor del fogón,
y el oropel de su refulgente vajilla
se oxidará, junto con los restos de las viandas,
en el polvoriento mantel del olvido.

Ahora sé que no es oportuno
confiar en quien en una no confía,
que hay que temer a quien a una,
sin razón alguna teme,
y que abrirse como un loto
mostrando la perla del interior,
es exponerse a recibir el desamparo,
cuando no, la traición.
Al fin aprendo, la vida es la gran Maestra.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El banquete de Tereo", Peter Paul Rubens, Museo del Prado, Madrid

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martes, 15 de noviembre de 2011

Y NO DEBERÍAMOS TEMER


No deberíamos temer
el acoso de las hordas enemigas,
ni aun cuando el bosque de Birnam,
camuflado de ramajes,
camine hacia nuestro encuentro.

No deberíamos temer el hostil acero
que los adversarios de lo empírico
esgriman contra nuestras
carnes mortales,
pues hierve en nuestras venas
el antídoto que se opone a tan fecundo miedo,
engendrado en la magia, la superstición
y la hechicería.

Y no deberíamos temer
sino al otro,
al extraño,
al embozado que no muestra su rostro
por temor a ser reconocido,
a sufrir represalia alguna
por ser,
simplemente, él mismo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Macbeth y Banquo encontrándose con  las brujas en el brezal", 1855, Théodore Chassérieau

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domingo, 13 de noviembre de 2011

TE ESPERO AQUÍ


Te espero aquí,
frente a las aristas de mi mesa,
mordaces en el absoluto mutismo
que atestigua esta soledad
nunca vencida por el sueño.

Te espero silente como ellas,
impertérrita también,
con los labios cosidos
para no permitir la inoportuna
evasión de un suspiro.

Pasan los minutos, las horas,
puede que los días,
y aquí sigo, enmarañada de telarañas,
esperando que una luz verdosa
me ilumine la cara,
que me devuelva la sonrisa
perdida en esta demora de tiempo y de silencio.

Y aquí sigo, todavía,
esperándote, siempre esperándote,
apurando mis ansias
en la tinta de un poema
que tus ojos obviarán,
disimulando, fingiendo que nada acontece,
mintiéndote, mintiéndome,
sepultando bajo el légamo de la conciencia
el inclemente y tempestuoso
río que me fluye dentro.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Automat” (Autómata), 1927, Edward Hopper, Des Moines Art Center, Des Moines, Iowa, USA.
Safe Creative #1111130511492

jueves, 10 de noviembre de 2011

VUELVO A ESTA PLAYA


Vuelvo a esta playa del mundo,
a habitarla como un grano más,
a comprobar, cada tarde,
cómo se defenestra el sol
desde las elevadas cumbres del horizonte,
con la puntualidad de un engranaje suizo.
A asistir, también puntualmente,
a su eclosión matutina,
y a esperar lo inesperado
en este mundo que piso,
en esta la última frontera.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Boris Dragojevic
Safe Creative #1111100487086

lunes, 7 de noviembre de 2011

NO ME HARÁS SUFRIR


No me harás sufrir porque no te vea,
pues eso no me hará dudar de tu existencia,
tampoco veo los átomos
y sé que están ahí,
con sus electrones girando locamente
en torno a un apático núcleo,
ignorante de su presencia y de su arrojo.

No me harás sufrir porque no sienta la calidez de tu piel
o el sabor afrutado de tu boca,
pues imagino la tibia seda que te cubre,
y las cítricas partículas que navegan por tu saliva,
y las imagino zarpando hasta mi orilla,
colmando de limones y de mangos,
de naranjas de la China y de concupiscentes papayas,
la húmeda oquedad que se abre tras mis labios 
de orquídea salvaje.

No me harás sufrir mientras el cielo
se conserve por encima de las nubes,
y estas, los cirros, los nimbos y también los cúmulos,
no viertan el caudal gaseoso que atesoran
en cascadas voluptuosas y sonoras,
y sean gotas de lluvia, afiladas y menudas,
las que salpiquen los vitrales que nos cobijan.

No me harás sufrir mientras tu corazón
se engarce con el mío en sístoles y diástoles silenciosas,
pues nada enturbiará mi felicidad contigo,
esta secreta felicidad que ahora vivo. 

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “La atención”, Federico Andreotti (1847 -1930)

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sábado, 5 de noviembre de 2011

EL JUGO DE LA VIDA


De liviano azafrán visto mi cuerpo,
flor de melocotón,
vaporoso cendal 
flameando bajo los cálidos rayos del sol de junio,
mientras el sueño embarga mi consciencia.

Viajo ligera de equipaje,
sin más maletas que el deseo
que nace en el mundo lúbrico y onírico 
de los sueños paridos en hamacas de siestas caniculares.
Sin más expectativas que la vida
servida en la bandeja de plata
del propio existir, del vivir por no morir,
del perseguir, segundo a segundo,
la propia existencia
hasta ese entronizado
—hasta la saciedad—
segundo homicida.
Del rastrear el dulce jugo,
ese sabroso, suculento, sazonado
y especiado jugo de la vida.

(Mayte Dalianegra)

Pintura:"Flaming june" (Sol ardiente de junio), 1895, Frederic Leighton

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viernes, 4 de noviembre de 2011

UNA CIERTA FELICIDAD


Una cierta felicidad
milita bajo esa cúpula celeste
que tremola con el gélido soplido de Bóreas.

Tal vez sea una ínfima dosis de felicidad,
algo imperceptible,
como el aliento sosegado
y perfumado de montaraces hierbas 
del fauno que sestea al abrigo de un sol de otoño.

Quizás una felicidad compartida
en los segundos que preceden
al crepúsculo, 
quizá rememorada con deleite 
en los que escoltan al orto solar.

Posiblemente solo haya de ser eso: 
una íntima y pequeña cuota de felicidad.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Fauno y bacante", William Adolphe Bouguereau (1825 - 1905)

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martes, 1 de noviembre de 2011

PADRE, MADRE, AHÍ TAN SOLOS...

A mis padres

Qué frío tienen los muertos
en sus celdillas de abeja
de necrópolis desiertas.

Padre, madre, ahí tan solos...
Solos en las madrugadas
de noches amanecidas
sin soles que las calienten.

Qué frío sienten sus cuerpos
de vacío y mudo incienso.

Padre, madre, ahí tan solos...

Os dejo unos crisantemos
de rubia miel florecidos,
y el recuerdo de otros tiempos
donde la vida latía
en medio de vuestros pechos.

Padre, madre, ahí tan solos...

Se me marchitan las flores
con la sal de mis lamentos,
padre, madre, ahí tan solos…

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "In Memoriam", 1898, Evelyn de Morgan

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lunes, 31 de octubre de 2011

OCTUBRE SE EXTINGUE


Octubre se extingue
en el oro de una tarde
soleada de lunes,
entre la añoranza
de los años que se han vivido
y la incertidumbre
de los que restan por vivir.

Octubre es mes de cumpleaños,
¿cuántos quedarán aún,
cuántos no se cumplirán nunca?

El tiempo otoñal rebrota
en otras ramas ahora desnudas de hojas,
desprovistas de todo lo que no sea recuerdo,
bañadas en el ambarino almíbar
de unas fotos viradas al sepia.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "A woodland pool" (Una charca en el monte), 1915, Benjamin Williams Leader

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