![](//1.bp.blogspot.com/-v6lNCKukvqM/TuKvC0HkmGI/AAAAAAAAEyI/C2c8z7Yr0GI/s640/prayer_in_the_desert-1864.jpg)
La sequía es una cobra nauseabunda,
y cuando ansías su piedad,
ella te mira
con sus verdosos ojos de aguamarina,
más gélidos que los cubitos de tu nevera,
y te percatas, entonces
-—porque hasta ese momento
le rendías la pleitesía que le rinde
un ignorante o un cándido—
de que, a partir de ese instante,
te mirará por encima del hombro,
con soberbia, con arrogancia,
y entenderás que si hasta ahora
el agua manaba dulce y mansa
de los grifos de tu hogar,
desde esa misma ocasión,
será indiferente que telefonees o no, de forma reiterada,
a cuanta compañía diga hacerse cargo del servicio,
pues todo acto en ese sentido resultará infructuoso.
Porque la sequía ha llegado a tu casa
y no solo a ella,
también ha llegado a tu vida,
a tu corazón
antes saturado de humedades,
y notarás, ¡oh, pobre ingenuo!
cómo los surtidores de tu jardín se han atascado
y ya las aguas, incluso las residuales,
se niegan a salir por las espitas.
Tendrás que habituarte a vivir entre las dunas,
a pisar las ardientes arenas
y a sufrir sed desde el orto solar hasta la aurora,
porque el río que colmaba de amistad
tu menesterosa vida, se está secando
y en su lecho queda
un yermo páramo baldío.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: “Prayer in the desert” (“Oración en el desierto”), Jean Léon Gérôme
![Safe Creative #1112100710709](https://lh3.googleusercontent.com/blogger_img_proxy/AEn0k_sFKFnbWk9siy2GLdkMd3-b_3OSvGVUYjcOcrROa_U0lXjSXXOoMTw5ww0gHHYST_KPzzlIrWQTi75ipnF154fgAk-Nmbfcus8HS48_q3Pq1qJ7oPHDvDhmptjewZurZje5_yKdn3ItR8U=s0-d)