lunes, 26 de diciembre de 2011

LA NUBE


La nube, en su liviandad,
cuando observa —desde su excelsa atalaya—
la arena del desierto interminable,
no imprime huella alguna
sobre ella.

Mas cuando besa —con labios mórbidos
y húmedos—
los mismos granos de oro
que alfombran la vasta playa, 
aguijonea con fuerza
horadando su tersura,
imprecando a cuarzos y feldespatos,
carcomiendo el satén
de ese puzzle de partículas.

La nube, en su sutileza,
pierde las formas etéreas, se licúa,
se vierte sola, más aún,
se precipita de maneras sulfurosas:
con dentelladas al aire,
con carcajadas al viento.

Y se extrema y se disuelve
como se disuelve el tiempo cuando te siento tan lejos.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Vista de Delft" (1661), Johannes Vermeer

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