domingo, 30 de marzo de 2014

ESPERANZA


Visité tu tumba
—secreta y metamórfica—
en la costra ardiente
de una sima.

Tu estela —despojada
de fechas y de nombres—
exhalaba el hálito dulce
de las madreselvas, y tú,
tú olías a mi sangre fresca, tú,
esperanza, esmeralda cegadora,
tú olías a mi sangre fresca.

Mayte Dalianegra

Pintura: "Pandora", Patricia Watwood
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miércoles, 26 de marzo de 2014

ELLA


Con cierta frecuencia escribimos 
su nombre con saliva,
su nombre siempre cercano,
tan familiar como un latido
y a la vez 
tan ajeno como un confín remoto.

Sabemos de Ella
por propios y extraños,
sabemos, también, 
de su infame capacidad para la réplica.
Es mar y atmósfera,
la costa de nuestra isla.

Algunas veces
la notamos pegada a la piel
y nos lacera cuando 
quienes caen 
—bajo su siniestra y terca alquimia—
son aquellos que nos donaron el aliento
o aquellos a quienes aliento concedimos.

Pero en ningún caso,
nunca, nunca, creemos 
que se abrirá paso entre las multitudes
y nos señalará 
con su dedo huesudo y franco
—en un día en que la ceniza
nublará soles y reliquias—,
dispersando la tropa de marañones
que nos escuda,
hincándonos el agudo filo de su quijada
y cerniendo sobre nosotros
su plumaje totémico
negro como la noche
y, como la noche cósmica, 
eterno.

En ningún caso,
nunca, nunca, creemos 
que nos llegará Ella.

Ella, que es nuestra legítima
y única patria.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Aaron Nagel

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jueves, 20 de marzo de 2014

ESCILA


Escila me mira
desde el calado de sus ojos enormes,
enormes en cuanto a tamaño,
enormes en cuanto a hermosura,
unos ojos en sepia
—telúricos y arcaicos—
inmovilizados en un segundo
de una ya muy lejana juventud.

Ellos revelan su innegable
inteligencia,
también su talento,
también su envanecimiento infinito,
infinito como ese ego que esgrime
a modo de lanza,
lanza que ensarta, iracunda,
en el costado de su adversario,
a poco que se le acerque.

Escila antes era el yin y el yang,
más yang que yin
—aunque la oscuridad le colme las pupilas—,
porque la testosterona le invade
los ovarios, y eso le nubla la visión.

Ahora ha mudado su faz
de la misma forma
con la que otros se cambian
de camisa —camisa que ella no muta
por escamas de metal nuevo—.

Sigue siendo la misma,
siempre seguirá siendo la misma,
he ahí el problema.

Gana amigos tan rápido como los pierde,
no le aguantan dentro los humores
ni las mareas. Parece que la luna
constantemente juegue con ella.

Escila no cae bien,
simplemente la soportan,
la soportan o la temen,
una de dos
—más bien lo segundo—,
ella lo ignora, se cree irresistible,
adorable,
y así se endiosa,
y así fanfarronea
de una sapiencia adquirida
a base de tropezones.

Cree también que todos
cuantos la rodean se adherirán
a sus causas,
por disparatadas que éstas sean.

Serán soldados al servicio
de una Juana de Arco
de mentón hendido, con aspiraciones
de reina
y nombre de hada artúrica.

Hace un tiempo,
Escila me victimizó,
aún luzco las huellas de sus colmillos
tatuadas sobre mi dignidad,
aún me duele,
aún siento resquemor en las heridas.

No obstante,
sospecho que algo espantoso
—algo absolutamente aterrador—
hubo de acontecerle en el pasado,
algo que provocara
que esos ojos de nereida
se naturalizasen en la cruel mirada de Escila.

Aunque reste noche
para el albor de una absolución,
una piedad recién nacida llora.

Mayte Dalianegra

Pintura: "Los ojos lo tienen", Rolf Armstrong
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LOBOS


Es la vida del lobo,
siempre soñando con la estepa legendaria,
con la nieve besando las pezuñas.

Así somos los lobos,
siempre llamando en la aldaba
del plenilunio con la arista
del aullido.
Nosotros no lloramos
con lágrimas humanas,
no nos sorprende el llanto
sumidos en la miseria de la hambruna,
lloramos esquirlas de luceros,
se mecen en nuestras cuencas,
y se desprenden como pavesas plateadas,
con esa estructura geométrica y cristalina
del ampo de la nieve.

Es la vida del lobo,
tragarse el llanto muy dentro
y no emitir ni gemido,
si acaso un hálito mudo
goteando nostalgia.

Es la vida del lobo,
solitaria y ansiosa de congéneres,
deglutiendo la saliva del penar
en el silencio ahogado de unas vísceras
contritas de apetencias.

Siempre soñando con atardeceres
bellos, con la brisa erizando el pelaje,
con la senda agreste y el risco escarpado.

Así somos los lobos,
emboscando la sombra
en la faz velada de la luna,
siempre con la mirada lacrimosa de estrellas,
siempre añorantes del vértigo de la gloria.

Mayte Dalianegra

Pintura: "Lobos", Manuel Sosa

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lunes, 17 de marzo de 2014

PASTORES


Un jefe de manada
aúlla en el promontorio
que domina el aprisco,
su silueta oscura se recorta
sobre el orondo nácar de la luna.

La hembra alfa
lo secunda con el hocico
aún ensangrentado,
aún hambrienta de futuras
carnicerías.

La lana de los mansos
los corea
con balido lisonjero.

Sus gargantas,
antes que su sangre,
derraman las voces de sus amos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Nuestras costas inglesas" (1853), William Holman Hunt

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miércoles, 12 de marzo de 2014

VOY A DARLE RIENDA SUELTA A LA VIDA


Voy a darle rienda suelta
a la vida.

Caminar por los senderos
que tus labios trazaron
en la taza de café
de un desayuno compartido.

Acariciar la efervescencia
de las olas
de un mar imaginado
en las palmas de tus manos.

Sentir los pies
descalzos
pisando la arena blanca
—como de harina—
de esa luna que a los dos
nos ilumina desde la distancia
infinita.

Voy a darle rienda suelta
a la vida.

Y perder la compostura,
y perder el orden de ese cosmos
que a fuerza de costumbre
también se nos enquista.

Sentirme flor de loto
renaciendo en alguna cultura exótica,
ascendiendo a los templos
que nuestros ojos
visitaron en un catálogo de viajes
que probablemente no realizaremos.

Voy a darle rienda suelta
a la vida.

Y soltarme la melena
como una Lady Godiva sin caballo
ni recato,
con la sonrisa que imponen
las vistas, en una foto,
del “Jardín de las Delicias”.

Voy a darle rienda suelta
a la vida,
porque las flores como yo,
aun cuando oscuras,
nunca se marchitan.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Lady Godiva” (1897), John Collier. Herbert Art Gallery and Museum and Coventry History Centre. UK
Safe Creative #1202281214599

martes, 11 de marzo de 2014

IMPÍA SEDUCTORA


Baila en tus pupilas
una luna llena
que con su aura a ras de suelo
te lame los muslos
de arena y revela un bajío rojo.

Me miras
como el coral que ansía la transparencia
y requieres de mí
carne suave de caracola,
escarchada de sal,
ebria de espuma, con un mar palpitando
en sus volutas, para en esas olas
aliviar tu boca de su hambruna.
Jugosa y suculenta,
enciende en tu lengua una rabiosa llama
cuando la rastrea con brisa curtida
bajo el sol del trópico.

Ondulante, concéntrico,
un rumor ciego atraviesa manglares
hasta blandir el exiguo filo del gemido.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Cleopatra y César” (1866), Jean-León Gérôme
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sábado, 8 de marzo de 2014

FERRARA, EL FEUDO DE LA CASA DE ESTE


Cuando el viajero llega a Ferrara durante el estío, experimenta una sensación de calma y sosiego. La ciudad se encuentra casi abandonada por sus propios moradores, en pleno apogeo vacacional, apenas interrumpida esa tranquilidad por los ocasionales turistas que se concentran en torno al Castello Estense y a la Piazza Municipale, principalmente.

La climatología de tipo mediterráneo ayuda favorablemente a mantener esa impresión de bienestar, dado que durante la canícula las temperaturas son suaves, propias de esta latitud cercana ya al norte de la Península Itálica.

Aquellos que, como en mi caso, llegan de regiones más meridionales, agradecen los soleados días cuyas máximas no suelen superan los 30º C.



Vista panorámica de la ciudad desde lo alto del Castello.

Ferrara es una pequeña población de unos 130 000 habitantes, pulcra y segura. Capital de la provincia homónima, se ubica en el corazón de una fértil llanura regada por el río Po, en la región de Emilia-Romaña, entre el Véneto y la Toscana.

Esta ciudad acuática, ligada intrínsecamente al Po, se rodea de una red de canales que se extienden hasta la desembocadura de dicho río, que forma un delta en el Mar Adriático.

Próxima a Rávena, Bolonia y Módena, comparte con ellas un trazado medieval y renacentista de singular belleza, que la ha llevado a ser reconocida como Patrimonio Mundial de la Humanidad.


Vista aérea del Castello Estense.

Su estructura urbana data del s. XIV, diseñada casi íntegramente por el arquitecto de transición gótico-renacentista Biaggio Rossetti, que la convierte en la primera ciudad moderna de Europa y quien también fue autor de la mayoría de los palacios que, en cantidad ingente, bordean calles y plazas. Aunque todavía perviven tortuosos callejones que se remontan a época bajomedieval.

Detalle del blasón de los Este, que orna el muro del castillo.
La historia de Ferrara se halla íntimamente ligada a la Casa de Este, nobles italianos de origen lombardo que la gobernaron desde el s. XIII al XVI. Siendo feudo de los Este, fue como alcanzó su mayor esplendor, ya que el auge económico la llevó a renovarse y modernizarse bajo las expertas manos del ya mencionado Biaggio Rossetti, que trabajó por encargo de esta poderosa familia.
Los Este, que emparentaron incluso con los tristemente célebres Borgia mediante el matrimonio de uno de sus duques más prominentes, (Alfonso I de Este con Lucrecia Borgia), pactaron con emperadores y monarcas europeos y también tuvieron sus tiras y aflojas con el papado, de quien eran feudatarios.
Castello Estense. Interior. Fresco de la Sala de la Aurora.
Fueron mecenas de las artes y las letras y durante el mandato del ambicioso Alfonso I, la corte de Ferrara se convirtió en la más brillante de Europa. Auspició a literatos, escultores y pintores como los celebérrimos Ariosto, Petrarca, Bellini y Tiziano. Unieron su destino al de Milán gracias a las nupcias de Beatriz de Este, (hermana de Alfonso I) con Ludovico Sforza, llamado comúnmente, Ludovico el Moro, duque de Milán y mecenas de Leonardo da Vinci.

Años más tarde, el poeta Torcuato Tasso también recibió mecenazgo por parte de Marfisa de Este.

Alfonso II de Este muere sin descendencia y son los Estados Pontificios quienes pasan a controlar Ferrara política y económicamente, al declararla feudo vacante. Otras ramas de la familia Este abandonan la ciudad y se establecen en la vecina Módena. Comienza así el declive de la otrora próspera localidad.
Castello Estense. Fresco del camerino de Alfonso I de Este.

Paradógicamente, su paulatino abandono contribuyó a su ulterior conservación. El hecho de que no hubiese una continuidad en el levantamiento de nuevas edificaciones ha permitido la homogeneidad de su casco histórico y la preservación intacta de su patrimonio. En virtud de ello, actualmente podemos admirar numerosísimas construcciones renacentistas y en menor medida, góticas.

Castello Estense. Fresco de la bóveda de la Saleta de los Juegos, con escenas pugilísticas propias de una palestra romana.

Éstos son sus monumentos más importantes:

Vista del Castello Estense y el foso que lo rodea.
El Castillo Estense o de San Michele, situado en el centro de la ciudad, fue la residencia de los Este, rodeado por un foso que en la actualidad se encuentra inundado de agua y ornamentado con varios surtidores a modo de fuentes. De imponentes dimensiones y fábrica de ladrillo, su interior se decora con bóvedas pintadas con frescos renacentistas.

La marmórea portada principal del Duomo o catedral.

La Catedral o Duomo, de estilos románico y gótico lombardo, presenta una fachada de mármol, decorada con trabajadas esculturas de indescriptible belleza. La acompaña un "campanile" exento del s. XV.

Quien suscribe estas líneas, posando en la Piazza Trento e Triste, con el Palazzo Comunale detrás y el Duomo a un flanco.

Palazzo Comunale, la broncínea estatua ecuestre de Borgo de Este.

Frente al Duomo se alza el Palacio Comunal o actual Ayuntamiento, que en su día constituyó el antiguo Palacio de los Este y que perdió su utilidad como tal en favor del Castillo, que fue reacondicionado en el s. XVI para uso residencial.


El Duomo o Catedral. Flanco lateral de la Piazza Trento e Triste, con las antiguas tiendas que ocupan los bajos de la catedral y el campanile exento al fondo.
Al otro lado de la Catedral se encuentra la Plaza Trento e Triste, flanqueada por varios palacios y por el propio "Duomo", en cuyo lateral se levanta un pórtico que aún hoy en día acoge pequeñas tiendas, ya que formaba parte del antiguo mercado.


La Judería. La "Via Mazzini" y la única sinagoga que queda en pie.
La Judería, que es un barrio adyacente a la anteriormente citada plaza, contaba con tres sinagogas, de la cual sólo se conserva una, las otras dos fueron destruidas durante la II Guerra Mundial.

El Palazzo dei Diamanti, ocupado actualmente por la Pinacoteca Nacional.

El Palazzo Prosperi Sacrati.


EL Palazzo Giulio d'Este, en el Corso Ercole d'Este.

El Palazzo Bevilacqua Costabili, s. XV, actual Facultad de Economía.


La Palazzina di Marfisa d'Este, s.XVI, en el Corso della Giovecca.



Palazzina di Marfisa d'Este. Interior. Una de las chimeneas.

A continuación mentaré algunos de los palacios más relevantes, si bien Ferrara se encuentra ampliamente jalonada de ellos: el de Ludovico el Moro o Palazzo Costabili, el Schifanoia, el Massari, el dei Diamanti, la Palazzina di Marfisa D'Este… y otras mansiones de menor envergadura sin menoscabo de su magnificencia, como las de Varano da Camerino, Mattei, Giulio D'Este, Turchi di Bagno, Prosperi Sacrati, Trotti Mosti, Guarini Giordani


La Casa Romei, del s. XIV.

Interior de la Casa Romei, decorada con frescos y bellos artesonados de madera.



La Casa de Ariosto, el famoso poeta que escribió el poema épico Orlando Furioso.



La Casa del arquitecto renacentista Biaggio Rosetti.


La Cartuja e Iglesia de San Antonio in Polesine.


La Casa de Ariosto, la Casa Romei, numerosas iglesias como la de Santa Maria in Vado y la de San Cristoforo e Certosa, el Monasterio de San Antonio in Polesine y las Murallas con sus puertas, también constituyen monumentos imprescindibles.


Palazzo Costabilli o de Ludovico il Moro, s. XV, actual Museo Arqueológico.

Si se desea una visita cultural más completa, existen varios museos a disposición del viajero: el Museo Arqueológico, instalado en el Palacio de Ludovico el Moro, con su colección de arte etrusco y sus magníficos frescos originales, el Museo Cívico, en el Palacio Schifanoia, también con inigualables frescos renacentistas, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo F. de Pisis, ubicado en el Palazzo Massari, la Pinacoteca Nacional, que ocupa el Palacio de los Diamantes, el Museo Hebraico y para los amantes del séptimo arte, el Museo Michelangelo Antonioni, sito en la casa familiar del famoso cineasta.




Palazzo de Ludovico el Moro, fresco de la bóveda de la Sala del Tesoro.
Como consejo personal, añadiré que puede ser suficiente una jornada completa para visitar esta ciudad, pero para efectuarla de una forma más holgada y para no dejarse nada "en el tintero", recomendaría dos días o como mínimo, día y medio.

Patio del Palazzo Costabili o de Ludovico il Moro, actual Museo Arqueológico.
Un local a tener muy en cuenta a la hora de tomarse un delicioso vino o un aperitivo, se encuentra situado al lado de la Catedral, frente a su flanco izquierdo. Su nombre es "Enoteca del Corso".
En esta región de Emilia-Romaña tienen la encomiable costumbre de obsequiar al cliente que demanda una bebida, con todo aquello que desee degustar de cuanto se expone sobre la barra del bar: porciones de pizza, pasta, ensaladas, pescadito frito... Se puede llenar un plato de plástico o papel, (de tamaño grande), con esas viandas, las veces que el apetito requiera. Las consumiciones son algo más caras de lo normal, unos 3 € un vino, (servido en copa alta y con mucho estilo por parte del sumiller) y 5 € un Campari o Martini. Pero a cambio de ese precio, uno puede "almorzar", "merendar o "cenar" sin cortapisas.
Esta enoteca es un pequeño bar de moda, con música a la última y clientela local joven pero selecta, que pierde su "charme" para atiborrarse como los demás en su minúscula y concurrida terraza, con magníficas vistas del Duomo y su plaza.

La escalera del Palazzo Costabili o de Ludovico il Moro.

En la judería, al comienzo de la “Via Mazzini”, (cercana a la Catedral), se halla una heladería cuyo nombre desafortunadamente no recuerdo y en donde he probado quizás los helados más exquisitos de toda Italia. Llama la atención el modo en que los sirven y una especialidad sabrosa como la que más: la "granita siciliana", un granizado del cual existen tres sabores diferentes. El mejor, para mi gusto, el de almendra.

Palazzo di Ludovico il Moro, Museo Arqueológico. Cerámica griega: pelike y crátera de cáliz.

Y para finalizar, una sugerencia sobre el alojamiento. Si se desea un hospedaje digno pero económico, el Hotel Della Ville, ubicado justamente frente a la Estación Central de Ferrocarril, es muy aconsejable. Un cuatro estrellas cómodo, limpio, acogedor y bien decorado, que ofrece habitaciones dobles en pleno mes de agosto por unos 60 €. Con baño, aire acondicionado, minibar, TV, radio, secador de cabello…desayunos, (muy buenos, por cierto) e impuestos incluidos.
Este establecimiento fue reservado con uno de los mejores mayoristas italianos de viajes vía Internet:
“venere.com”. Aunque es de suponer que también se podrá conseguir a un precio similar con otros operadores. Desde el hotel se puede ir a pie perfectamente hasta el casco histórico, pero si no se desea caminar, frente al hotel, delante de la Estación, parte un bus que recorre todo el centro. Los billetes se compran en un estanco cercano.


Una de las puertas abiertas en la muralla de la ciudad.



Espero que todos estos datos y recomendaciones sean de alguna utilidad para quienes prevean viajar hacia esta hermosa ciudad de ladrillo rojizo. Ferrara, la bella desconocida, el feudo de los Este.
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viernes, 7 de marzo de 2014

FRÁGILES


Algunas personas
no estamos hechas
de hormigón con armazón de acero,
sino de mampuesto, y en esos muros
cabe siempre el hueco, la piedra mal encajada
o la desplomada, y la arena que se desprende
por falta de mixtura.

Algunas personas
no estamos hechas
para más combate cuerpo a cuerpo
que el de las pieles
que se aman toda una noche
o toda una tarde o la mañana entera.

Y así avanzamos y así retrocedemos
a base de dar tumbos, de trastabillar
por los andenes de la vida y sus estaciones
sin retorno ni devolución de billetes.

Creemos que el azar, al menos una vez,
se equivocará y nos traerá la fortuna,
y sonreímos cuando esta parece besarnos
las aristas,
¡cuán poco sabemos sobre cómo actúan
los malditos hados!

En ocasiones encontramos un ser parejo
—en esas apariencias
siempre dispuestas al engaño a priori—
o uno tan antagónico que nos imanta
sobremanera, y pensamos
que todos nuestros problemas culminarán
con esta nueva partida
de naipes,
mas todo buen tahúr oculta un as en la manga.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "El tahúr", Georges de La Tour. Museo del Louvre. París


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