De liviano azafrán visto mi cuerpo,
flor de melocotón,
vaporoso cendal
flameando bajo los cálidos rayos del sol de junio,
mientras el sueño embarga mi consciencia.
Viajo ligera de equipaje,
sin más maletas que el deseo
que nace en el mundo lúbrico y onírico
de los sueños paridos en hamacas de siestas caniculares.
Sin más expectativas que la vida
servida en la bandeja de plata
del propio existir, del vivir por no morir,
del perseguir, segundo a segundo,
la propia existencia
hasta ese entronizado
—hasta la saciedad—
segundo homicida.
Del rastrear el dulce jugo,
ese sabroso, suculento, sazonado
y especiado jugo de la vida.
(Mayte Dalianegra)
Pintura:"Flaming june" (Sol ardiente de junio), 1895, Frederic Leighton