Las emes de Martin y de Malcom
quisieron ser gomas de borrar
y atacaron a otra eme, la de miedo,
que se había escrito
tras la ese de secuestro,
melliza inseparable
de la de siglos.
La eme de Martin optó por desangrarse
antes que derramar eses de sangre ajena,
mientras que la eme de Malcom
derramó eses de sangre ajena y propia,
en un fuego cruzado de emes de muertes.
La be de barco había partido
varias centurias atrás,
y había hecho buenas migas
con la o de océano
y la te de travesía.
La be de barco brindaba con ron antillano
después de la hora del té,
sus ojos de buey
habían visto pasar, entre las olas,
la ruda e de los españoles
y la tosca pe de los portugueses,
por eso se embelesaban
ante el conspicuo lustre de la i inglesa.
A la be de barco le importaba poco
la ce de confort para con otra ce,
la de cargamento.
Alineados como bultos,
piernas, brazos y cabezas, sólo eran eso.
La a de aire fresco,
aun cuando era un potro indómito
en la cubierta,
en las bodegas era un tesoro
pirata enterrado sin mapa,
no llegando
a los pulmones de los encadenados,
que recibían en su lugar el fétido soplo
de la e de enfermedad.
Nada mejor que soltar la ele de lastre
para acelerar la velocidad, ¡los tiburones
están hambrientos!
Y pasamos otra vez por la pe,
ahora de puerto, y por la eme,
esta vez de mercado,
retornando, indefectiblemente, a la pe de puja.
¡Qué buena compra han hecho algunos!
Uno con hache, de hercúleo,
con la carne de bronce pulido
estallando la piel,
y otra, de nuevo con la be,
en esta ocasión de belleza,
para satisfacer los instintos
más bajos de la clase más alta,
y si defrauda: ele de látigo
y a recoger a de algodón.
Si no pueden soportarlo
no se les ocurra la efe de fuga,
pues hay ces de cepos, pes de perros
y haches de horcas;
no se les ocurra esa efe,
pues no existe la i de adónde ir,
ni la jota de justicia.
Tampoco esperen que la te de tiempo
les ayude gran cosa,
porque esa te es perpetua aliada
de la pe de poder.
Les costará hacer oír sus voces,
les costará que les dejen
siquiera acercarse a una urna,
y cuando por fin lo hayan logrado,
llenarán sus vidas
con la uve de vacuidad
y atestarán los míseros barrios
que habitan con otras uves,
las de vicios proscritos que les conducirán
hacia las ces de las cárceles.
Esto está escrito
con letras blancas sobre fondo negro,
con letras en negativo.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Andrea con pañuelo azul", Scott Burdick