Habla tu voz,
la que ocultaban
los callejones cerrados de esperanzas,
los callejones despojados de direcciones,
los callejones con celosías de ojos mudos.
Habla tu voz,
Malala,
y es la hermosa voz
de la libertad,
esa que quisieron silenciar las balas,
esa que siempre suena bajo amenaza.
Habla tu voz
y los hambrientos de equidad se sacian,
y es voz impetuosa que derriba muros,
lengua de fuego inaprensible
que se filtra entre barrotes
de cárceles domésticas.
Habla tu voz
y provoca la ira de los que temen
perder los privilegios
que otorga el cetro fálico.
Habla,
reclamando el centelleo
de los rayos y el vuelo solemne
de los pájaros blancos.
Habla tu voz,
Malala,
y es la hermosa voz
de la juventud,
esa que mueve más montañas que ninguna fe,
esa que lleva razón en cuanto demanda,
esa que no pueden contener eslabones ni sogas,
la que rompe cadenas y condenas
con su timbre agudo y firme.
Habla tu voz
encendiendo una llama redentora
—tutelar de todas las verdades—
y las puertas pugnan por ceder al empuje
inexorable de tu palabra.
Habla, Malala,
y el mundo que alardea de ser libre y justo
—ese mundo—
te condecora y premia
para limpiar su conciencia maculada.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Mujeres", Jean Michel Bénier