verdes
como la bruma
de las montañas de Guatemala,
aves de plumas tan largas y sedosas
que sólo pueden alzar el vuelo
en esos paraísos de selvas brillantes
como esmeraldas.
Hay pájaros
que levantan sus voces
y alcanzan los cielos,
que cortan el aire
con los afilados cuchillos
de sus gargantas, y pájaros
que sólo pían
y saltan graciosos entre las ramas.
Pájaros hay
de todo tipo:
amarillos, pardos, azules,
con pecheras rojas
o de crestas coronados.
Pájaros hay
también de guerra,
que llevan la fiereza en el tajo de la pupila
y tambores bajo las alas.
Y los hay
que sobrevuelan el nido ajeno
deslizando
sus siniestros planeos entre las sombras,
deslizando
el silencio entre sus picos.
Son aves de rapiña
aguzando instintos, con el botín
en el punto de mira.
Urracas y azores cenicientos
afanados en el hurto del reluciente
metal de la palabra.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: "Pareja de quetzales en Tikal", Carlos Alberto González da Silva