Naces,
y tu primera bocanada de aire
inaugura la lista de las batallas ganadas.
Luego vendrán otros
que tejerán sus mimbres contigo,
aunque muchos embocen
sus rostros en la niebla
y se perciban irreconocibles,
difusos como las fibras leprosas del humo.
Cuántas escaramuzas
irán curtiendo tu cuero
entre la escoria
que dejarán las noches y los días.
Cuántas cicatrices,
esculpidas a hierro y fuego,
escindirán tus rocas
hasta desmoronarlas
y hacerlas discurrir en torrentes de arena,
para más tarde
amasar con ella el adobe
que fortificará tus muros.
Una tras otra
se te presentarán contiendas,
y no hallarás más refugio
que seguir blandiendo tu espada
contra el demonio del segundero.
Una tras otra
irás remolcando
tus victorias y derrotas
por caminos fatigados,
sacando fuerzas de los tuétanos
de tus huesos,
creyendo que el combate
garantiza los laureles.
No te disgustes si en un último momento
descubres que esta guerra solo la gana
la tierra.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Acrasia" (1888), John Melhuish Strudwick
©: t0V9WG24G0J3xpX7