lunes, 12 de octubre de 2009

UN POEMA DE AMADO NERVO

0992 - Pompeya. Termopolium de Vetutius Placidus, presidido por un larario pintado.
Queridos lectores, procedo a presentaros uno de mis poemas favoritos, obra del poeta mexicano Amado Nervo, un autor nacido a finales del s. XIX en la ciudad de Tepic, en Jalisco, actual Nayarit.

En esta poesía se alude al “larario” o templo de los Lares, las deidades domésticas de las viviendas de la antigua Roma y su imperio, si bien la alusión es puramente romántica, propia del estilo místico y melancólico del poeta, al cual se le ha encuadrado dentro del movimiento modernista, aunque matizando el término, pues no se corresponde con el modernismo más que en algunas características y en su ubicación temporal.

Acompañan al poema fotografías obtenidas durante mi visita a las ruinas de la ciudad romana de Pompeya. Una de ellas es del larario del termopolium de Vetutius Placidus, otra del altar de los Lares de la Casa del Larario de Aquiles y la última del templete o larario del atrio de la Casa de Menandro.

0981- Pompeya. La Casa del Larario de Aquiles. El larario o altar de los Lares,(dioses del hogar).
MI LARARIO ESTÁ VACÍO

Amiga, mi larario esta vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastío
las nupcias del silencio y de la tarde.

0945 - Pompeya. Casa de Menandro. El atrio, con su impluvium y el templete del larario.
El tiempo destructor no en vano pasa;
los aleros del patio están en ruinas;
ya no forman allí su leve casa,
con paredes convexas de argamasa
y tapiz del plumón, las golondrinas.

 
¡Qué silencio el del piano! Su gemido
ya no vibra en los ámbitos desiertos;
los nocturnos y scherzos han huido...
¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido!
¡Misterioso ataúd de trinos muertos!



¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas,
ni lirios, ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz, ni mariposas...
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;
el viento sopla, la hojarasca rueda.



Amiga, tu mansión está desierta;
el musgo verdinegro que decora
los dinteles ruinosos de la puerta,
parece una inscripción que dice: ¡Muerta!
El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!