martes, 16 de abril de 2013

UNA MAÑANA DE ABRIL

El azar —en su capricho inamovible— 
encadena los eslabones del destino
sin importarle
    latitudes ni longitudes

Una mañana,
escrita con la tinta
—ya indeleble— de un abril
de nubes oscuras,
el viento del este
apaciguó su hambruna portando
en sus hombros el disco solar.

De súbito,
el plomo se desvaneció del éter
y ocupó su lugar la liviandad azul.

Una luna sibilina emergió en el horizonte
no bien llegaba al cenit el mediodía.

Sol y luna,
tú y yo
abrazados.

Sol y luna,
tú y yo
arañando las azucenas
con garras de delirio concupiscente.

Sol y luna,
tú y yo
fundidos en cópula,
en fecunda intersección de condiciones.
Tú y yo
derramando la iridiscencia
opalina
con voz de trueno.

Tú y yo
en una mañana de abril otrora
lluviosa y gris.

(Mayte Llera,  Dalianegra)

Pintura: “Pasión”, Alberto Pancorbo
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