Morir es dormir... y tal vez soñar
(“Hamlet”, William Shakespeare)
Cuando dormimos,
nuestra punta de iceberg muere
aunque nadie le rece un réquiem,
pues, salvo excepciones,
resucita en cuanto despertamos
—y lo hace armada con filo de puñal—,
acuchillando entonces la parte sumergida;
si bien alguna vez un rayo de luz
—con vértigo de relámpago—
vierte una porción de ese pecio
sobre la refulgente masa retoñada,
y ese cristal de hielo
no es sino el espejo de Alicia.
Sólo en esos momentos
podemos arañar una mínima fracción
y con ella traspasar el plateado azogue,
sentir la vibración en nuestras nucas
de otro mundo
dentro de nuestro mundo,
sentir ese embrión de locura —esa borrachera
que nosotros mismos
y cuanto nos rodea hemos fraguado—
que nos guía a cada paso, a cada bocanada,
para que volemos como ángeles
pese a carecer de alas.
(Mayte Llera, Dalianegra)
Pintura: "Flaming june" (Sol ardiente de junio) 1895, Frederic Leighton. Frick Collection de Nueva York (en cesión del Museo de Arte de Ponce, Puerto Rico)