Cuán breve
se quedará esta vida
para gozar de la mieles
de este amor que maravilla.
¿Qué dilatada distancia mediará
entre el verdor de tus ojos
y mi mirada cetrina…?
¿Cuándo llegará el momento
en que tus dedos ansiosos
abracen mi carne trémula…?
Cuán breve será el instante,
cuán codiciado ese trance,
cuán magnífico el segundo
en que me alcance tu boca,
siendo mía su saliva,
¡alma gemela mía!
Mayte Dalianegra
Escultura: “El beso” (1887), Auguste Rodin. Museo Rodin, París