viernes, 22 de febrero de 2013

PASARÁ


Pasará el calor canicular,
las vistas del mar
y los cuerpos semidesnudos
postrados ante la contundencia
del verano.

Pasará este tiempo de silencio
entre tú y yo,
y otro silencio aún mayor
se instalará en tu vida
solitaria y vacía de afectos.

Notarás cómo pasan los días
sin que nadie te envíe
el eco de un beso,
y cerrarás los puños
sin que puedan aprehender
más que un inhóspito desierto.

Pasará la vida a tu lado
sin que veas más que seres
desprovistos de rostro,
y aunque ahora no lo creas,
me echarás a faltar
como la tierra reseca añora
el beso libidinoso de la lluvia,
pero entonces, solo seré un recuerdo
prendido en un tiempo pretérito.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Robles Muñoz
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lunes, 18 de febrero de 2013

TE BUSCABA


Te buscaba
en la larga sombra del ciprés
que escuda de la fiereza del verano,
y en el arrullo de paloma
del mar calmo que lame la arena
con su lengua de cristal.

Te buscaba
y extravié mis pasos por caminos
de retorcida espina,
y vadeé ríos y escalé montañas
hasta que la noche me cubrió con su capa
de paño áspero,
y mis pies sangraron su desaliento.

Me hallaba perdida en el eco sordo
de mi confusión
y te seguía buscando,
con el necio empeño de encontrar tus huellas,
más allá de donde el horizonte
pierde su línea.

Qué ceguera, de luz ebria de distancias,
saqueó mis días,
mientras mis manos llevaban las uvas
que las tuyas habían vendimiado antes.

Qué ceguera enturbió mis ojos
hasta quemarlos,
hasta dejarlos rebosantes tras su deshielo;
mas esa agua no rebajará el recio sabor de tu vino,
que guía mis labios como las estrellas guían,
año tras año, el reencuentro con la primavera.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “El matrimonio Arnolfini” (1434), Jan van Eyck. National Gallery, Londres

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viernes, 15 de febrero de 2013

LA ELECCIÓN EQUIVOCADA


A veces, a menudo,
con demasiada frecuencia,
el candor de nuestras pupilas
se arrebata ante el destello metálico
de las plumas del pavo real.
Entonces no duda
en su elección, como no duda
en que ésta le proveerá
de dicha sinfín.

Mas luego, más tarde,
después de un tiempo,
descubre lo que todo cuanto existe
cobija en el envés de su sombra,
y comienza a germinar
la decepción,
y empieza a gestarse la guerra.


Mayte Dalianegra

Pintura: “El juicio de Paris” (1904), Enrique Simonet

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miércoles, 13 de febrero de 2013

ALHAMBRA

La brisa atrae allí el frescor del aire,
la brisa languidece, el aire sana,
el cielo de cristal allí muestra maravillas
que en la página de la belleza escritas quedan.

(Poema epigráfico labrado en los estucos de la Alhambra)

De atalaya en atalaya te diviso,
alcazaba roja,
encumbrada medina cortesana, 
yeserías que el viento labra
en filigrana con su soplo.

De atalaya en atalaya te diviso,
majestuosa Alhambra.

Una acequia sinuosa riega
tu fecunda almunia,
y los fragantes jazmines abrazan
los troncos de los granados persas.

Torre de la Vela, defiéndeme
de la belleza extrema.
Torre de Comares, hiéreme con la simetría
de tu patio de verdes arrayanes.

Jardín nazarí,
jardín velado
en polígono de fauces leoninas,
custodias de tu poder salomónico.

La sangre abencerraje
tiñe de rubíes deslumbrantes
la marmórea taza 
de uno de tus surtidores,
y un eco plañidero
pende del nido de golondrina de un mocárabe.

Ay, Torre de las Damas, que te miras
en el espejo 
de una alberca sosegada,
tú, que domeñaste las aguas
de una alfaguara insolente,
no permitas que olvide
tus aromas de azahares,
de melisa,
menta y cantueso,
ni las glicinias que cuelgan, voluptuosas, 
de tus recios muros de almagre.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Patio de la Justicia de la Alhambra de Granada”, Joaquín Sorolla

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domingo, 10 de febrero de 2013

LA HORA DURA


La hora dura comienza
con  fiero zarpazo,
con el embate de las olas
engullendo el abrupto acantilado.
Inicia su ascenso
escalando hábilmente el minutero,
desligando la trabazón de los engranajes
de ese reloj que forma todo un hemisferio
en la concavidad del estómago.

Llega y nos cubre con su gualda arena
de playa tropical
que promete feliz asueto,
pero en realidad
es hora alumbrada
en el retorcido lomo de una duna,
allá, en un desierto infinito,
o en el albero de un ruedo
donde con feroz arrojo lidian las bestias.

Llega y nos cubre con su gualda arena
como a bivalvos
en espera de pleamares lujuriantes,
llega y ya no nos da tregua,
nos embadurna de esa esperanza
pegajosa que invita a la sonrisa necia,
para después asestarnos
el envite final en toda su crudeza.

Creíamos que sería fácil de abordar,
tanto como entornar los ojos
cuando el sol nos ciega
y reabrirlos en la oscuridad cavernaria;
mas la hora dura es así,
irónica y cáustica como esta partida
que nos desnuda y eviscera,
lacónica como el filo acerado de este adiós.

Mayte Dalianegra

Pintura de Gigino Falconi
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viernes, 8 de febrero de 2013

COMO MARTE


Como Marte,
has nacido para la guerra,
para la contienda encarnizada,
y un eterno desangrado de vísceras
escolta cada uno de tus advenimientos;
pero tu diferencia con él
es que Venus ya no retornará a tu lecho.

Mayte Dalianegra

Pintura: “Marte” o “El descanso de Marte” (1640),  Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Museo del Prado, Madrid
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martes, 29 de enero de 2013

NEGRO ES TU ROSTRO



Negro es tu rostro,
oculto y mineral,
oronda luna
suspendida de un invisible trapecio 
en el espacio sideral.

Negra es tu intención
de enamorar a los incautos
que admiran tu fulgor,
hermano de la deidad solar.

Ya no me engañas, luna,
por más misterios 
con que te envuelvas,
por más velos 
con los que cubras
tu faz de ninfa.

Enamorarme no puedes,
que el amor que me inspiraste,
triste falacia fue
y de él nacieron mentiras tristes.

Ya no me engañas, luna,
de tu maldad me río ahora,
pérfida diosa, Selene impura,
¿cuántos corazones se han visto rotos
por reflejarse en el río
que bañaba tu imagen sórdida?
¿Cuántas citas de amantes
rasgó el frío puñal de la alborada
cuando, impertérrita, 
te alejabas encaramada en tu brillante 
carro de plata?

Ya no me engañas, luna,
las pasionarias abren sus pétalos
cuando la noche muere en mi cama,
y ahora decido con quién comparto
el tibio aliento de la mañana.

(Mayte Llera,  Dalianegra)

Pintura: "La ninfa lunar" (1883), Luis Riccardo Falero 
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domingo, 27 de enero de 2013

EL ADIÓS



Nos dijimos adiós
ya tantas veces,
y tantas veces
regresaron mis labios a tu encuentro,
y tantas retornaste tú en pos de mi aliento…
Y ahora este adiós,
hastiado de motines,
se suspende en el silencio.

Mayte Dalianegra

Pintura: “The signal” (“La señal”), John William Godward
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jueves, 24 de enero de 2013

BABEL

A un hombre que hablaba tanto, que no decía nada

Elevas la torre de tu vanidad
hasta que tus yemas rozan
los nimbos que en lo alto moran,
y subes y subes, y subes
sobre el eco de tu voz,
retornándote la música
que tu garganta tañó
como afinada campana,
como templado tambor.

Y hablas y hablas, y hablas
atento al timbre metálico
que tu laringe exhaló,
y entre tanto declamar
para escucharte a ti mismo,
ni te entiendes tú,
ni te entiendo yo.

Mayte Dalianegra

Pintura: “La Torre de Babel”,  Pieter Brueghel, Kunsthistorisches Museum, Viena
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sábado, 19 de enero de 2013

AHÍ ESTÁS (FRIDA KAHLO)


Ahí estás, envuelta en sedas de Oriente.
Tus pechos
son frutas melosas
(de esa selva ignota, jugosa y cálida,
que es la primera juventud)
sojuzgando el escote de un kimono.

Ahí estás, lozana mestiza
de razas tan distintas como distantes,
de razas invictas de extinciones
que rebrotan en tu carne morena y firme.

Ahí estás, con la aguerrida canana
abrazándote la cadera como la serpiente bíblica
abrazara a Eva.

Al cuello llevas el jade primigenio
nacido de pluma de quetzal,
¡cuán robustas esas cuentas
pendiendo de hilo tan frágil!
Tu sangre zapoteca borbotea
y ni siquiera las pétreas ajorcas
pueden contenerte el pulso,
mas no temblarán tus muñecas
al oprimir el percutor: te sabes hija
de una era revolucionaria
y no importan tu cojera
ni ese corsé cuyas cinchas
tatúan tu piel de sufrimiento.

Ahí estás, reverberando libertad,
agasajada por el viento manumiso
de una época de cambios y conjuras.
Libre aun cuando traicionada.

Ahí estás, Frida Kahlo,
empuñando un revólver
que el presente ha puesto en tus manos
(de una forma tan ficticia como ilícita)
para salvarte de la perfidia de las bocas.

Ahí estás, cejijunta y ambigua,
escrutándonos
desde la brevedad de un instante apresado
por el obturador de una cámara.

Ahí estás, profetizando (sapiente sibila)
el alcance de las miradas otrora
futuras, esas que disminuyen, cada vez más,
la holgada travesía del tiempo y sus centurias.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Ilustración: fotografía antigua de Frida Kahlo con retoque digital

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Música: "Labios compartidos", Maná

RECUERDO


Recuerdo
el desamor y el silencio,
las noches que en vano te esperaba
como una pálida Ofelia.

No me claves más espinas
ni me cubras de púrpura.

Abjura de mí
y regresa
a tu apatía y tu distancia.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Ophelia” (1852), John Everett Millais

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lunes, 14 de enero de 2013

Y SE HIZO EL SILENCIO


This is the end...
cantaba Jim Morrison
desde los surcos gastados
de un viejo vinilo.

Este es el final.

Me echarás a faltar
más de lo que esperas.

Ahora,
entre nuestras ventanas
minadas por la escarcha de un invierno
intensamente frío,
se extiende la inmensidad
de un desierto de silencios.

Este es el final.

(Mayte Llera,  Dalianegra)

Pintura:"El árabe y su corcel", Jean León Gérôme (1824 - 1904)


viernes, 11 de enero de 2013

ESPEJO ROTO


Una sombra gélida, una esquirla acerada
se retuerce entre las fibras
de la atmósfera.

Se ha roto el espejo
donde tu reflejo se me idealizaba. Se han ido
los sueños —como tantos otros—,
se han ido con ellos la ilusión
y el vértigo
que de agua y fuego colmaban mi esencia.

Queda ya el vacío, quedo, silente,
y el juego insincero.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "No ser reproducido" (1937), René Magritte
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jueves, 10 de enero de 2013

VOY A EMPEZAR A CUIDARME


Voy a empezar a cuidarme,
a yacer en lecho blando
no bien la negrura
de la sombras me ciegue,
a cerrar mis cancelas,
empeñada en eludir la visita
de alimañas hambrientas
de mi voz y de mis goces.

Voy a discernir entre la soga
y la liana de hiedra
enamorada de savia ajena,
y amarrarme con fuerza
al árbol recio, al mástil robusto,
palo mayor de navío guerrero.
Atada a su enhiesta madera,
resistiré el agudo canto de sirena
que me empuja a zozobrar
con insistencia
y a encallar en la arista afilada.

Resistiré también
el albor traicionero de la luna
y el fiero aullido del lobo
reclamando el vigor de mi sangre,
pues voy a empezar a cuidarme,
a sentirme independiente, segura,
yo misma, mía.

Mayte Dalianegra

Pintura: "Mirándose al espejo", Albert Henry Collings (1868-1947)

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miércoles, 2 de enero de 2013

LAMENTO


Lamento
(lo lamento mucho)
haberte conocido,
a ti,
que haces de tu pluma
una daga,
que perviertes realidades,
que mancillas
el esplendor
de las azucenas
en aras del prejuicio.

Lamento que las agujas
del reloj
no hubiesen paralizado
su cíclico recorrido,
antes de que tus letras
viajasen en el carruaje
del improperio,
antes de que
 —altivo—
mostrases la arrogancia
de quien eleva
su vuelo
sobre el corazón,
y se erige juez y verdugo.

Se quemarán tus alas
de humilde Ícaro,
por más que la soberbia
en tu ayuda acuda.

Se quemará también
tu existencia
en la anodina penumbra
de la monotonía,
como el papel
que al calor de la llama,
imprudente duerme.

Se hará justicia entonces
a los agravios
que sobre mí vertiste,
y en su retorno,
la diáfana luz diurna,
guiará, amable,
mis pasos por esta vida.

Mayte Dalianegra

Pintura: "Duelo por Ícaro" (1898), Herbert Draper
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EN ABRIL

A alguien que creía que los amigos de siempre
son sustituibles por los recientes

 
En abril
la lluvia anegará prados y caminos
con un cieno tan dúctil como terco;
caminarás saltando los charcos,
remembrando andanzas infantiles,
con los pies empapados en esas aguas
que al final de la senda besarán tu frente.

El camino será arduo,
mas no silente, una brisa tibia
te hablará
del concubinato entre el infierno y el cielo,
de los brotes que surgen
cuando Proserpina retorna al amparo
materno y la tierra abandona su condición
de erial baldío
para consagrar su virginidad a la primavera.

En abril
contemplarán sus rostros sobre el espejo lacustre
las corolas solares de los narcisos,
saciando, con fauces vegetales,
la sed hacinada
durante el cautiverio del invierno.

Caminarás entonces atento al trino
de minúsculas aves
y al rápido discurrir de las horas
bajo las huellas que imprimen tus pies
sobre el fango fresco.

Verás las nubes quebrando la monotonía celeste,
con su presencia algodonosa y húmeda,
verás, también, los semblantes de otros caminantes;
algunos, quizá, te confíen sus secretos,
a algunos, quizá, supuestamente tomarás por amigos,
y entonces asirás sus manos con viveza,
y entonces serás su consejero, su camarada afecto.

Mas cuando los hados bifurquen veredas,
ya no verás sus ojos
ni escucharás el verbo que fluya de sus labios,
y apretarás el paso hasta llegar a puerto.

Alcanzada la meta,
tus puños solo retendrán jirones de recuerdos.

Mayte Dalianegra

Pintura: “Proserpine” (1882), Dante Gabriel Rossetti
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jueves, 27 de diciembre de 2012

LA TIERRA GIRA



La Tierra gira
con la divina ebriedad de un derviche.

Del mismo y rotundo modo,
ese torbellino loco
que me invade cuando te diviso
en el dilatado trecho de mis pensamientos,
me obliga a girar sobre las puntas de mis pies
como la Salomé de Moreau,
portando el lirio blanco
que anunciaba la muerte de un profeta.

Rotando soy planeta en esta danza
desprovista de velos.

Rotando voy a tu encuentro rauda, ligera,
ingrávida,
circunvalando tu perímetro.

Rotando soy satélite
de esa vida que te alienta;
soy luna orbitándote en elipses,
recibiendo tu radiación,
tu luminaria creciente,
anterior al imperio de las sombras.

Rotando eres sol
germinando en mi conciencia,
abriendo los cráteres y sus borbotones,
abriendo los corazones escarlata
de las granadas maduras,
abriendo mi pecho al calor del abrazo
que crece con asombro,
que migra de la avidez al misterio.

Así mis hélices te recorren,
así este tránsito
de rotación y traslación en torno a tu flecha.

 Ya sólo el silencio legado por el último latido
—con su hoja fría
de cuchillo invicto— detendrá este movimiento.

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Pintura: “Salomé danzando frente a Herodes” (1874-76), Gustave Moreau. The Armand Hammer Collection; Hammer Museum, Los Ángeles, U.S.A.
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domingo, 23 de diciembre de 2012

TUTANKHAMON

Al misterioso Tut-anj-Amón
Viviste 
un tiempo allí,
donde los días esculpían 
su geometría planetaria
sobre la memoria 
de pilonos milenarios.

Sobre las gentes allí 
reinaste, 
portando 
sobre los hombros
tu corta edad.

Cuán breve fue tu existencia
—breve como la lengua de un fuego
ahogado por la ausencia del aire—,
pero cuán felices los momentos
de compañía fraterna y el saberte señor
de la fecunda vega del Nilo
y de la dorada infinitud de las arenas.

Viviste 
un sueño tan fugaz como intenso,
un sueño que inflamaba las corolas de los lotos
y doblegaba los juncos de los papiros
cuando el viento te abrazaba las sienes,
cuando eras arquero y auriga a un tiempo.

Te rodearon los placeres,
las gemas multicolores,
las espigas de oro
alimentadas de sol,
las frutas jugosas
nacidas en primavera, y el vino
de las granadas que te embriagaba
bajo cada luna nueva.

Viviste 
un tiempo allí
y después fuiste ninguneado,
pero eso ya lo sabías —lo sabías bien,
pues habías escuchado el eco de los sortilegios—,
que aun con la piel
ennegrecida y apergaminada,
que aun con la cabeza
desmembrada, volverías a la vida,
aunque ya nadie
te recitase loores bajo la insistente
salmodia de los sistros,
aunque ya solo fuese para demostrar
que estuviste allí, entre los vivos.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Pastimes in Ancient Egypt, 3000 years ago” (Pasatiempos en el Antiguo Egipto, hace 3000 años), 1863, Lawrence Alma-Tadema
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jueves, 20 de diciembre de 2012

TUTANKAMÓN


Ungido de regio linaje solar,
del seno materno temprano arrancado,
su orfandad precoz, su precoz deceso,
son hondos misterios, son misterios hondos.

La máscara fúnebre de fulgente oro,
de azules turquesas, de azul lapislázuli,
la de cornalinas que brillan bermejas,
la que lleva finas gemas engastadas,
me mira cercana desde allí, tan lejos.

La vida revive su efímero instante
desde esa vitrina que exhibe la muerte
del que, vivo, apenas fue nadie, mas muerto
lo fue todo. Rey de reyes en natrón.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Fotografía de la máscara funeraria del faraón Neb-jeperu-Ra Tut-anj-Amón
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viernes, 7 de diciembre de 2012

ESTA NOCHE


Esta noche me envuelve los párpados
una tristeza tan atávica
como la oscuridad cósmica.
Nace de tu silencio sostenido
y se alimenta en mis entrañas
de mi inseguridad,
de mi miedo a perderte
en la inconmensurable distancia.

Esta noche es noche ceñida de negruras,
es noche eterna,
noche para siempre.
Esta noche no te tengo
y quizás ya no te tenga ninguna otra,
es la sinrazón absurda
de la incomprensión mutua,
aunque te sienta dentro,
latiendo conmigo
en un solo corazón.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Naufragio" (1759), Claude Joseph Vernet. Groeninge Museum, Brujas
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martes, 4 de diciembre de 2012

MÁS ALLÁ


Se colman mis labios
con el eco de tu nombre
y me invade la mirada
el recuerdo añorado de tus ojos.

Más allá de esas cumbres nevadas,
del lisonjero silbido del viento,
acariciando, licencioso,
el ramaje desnudo y espectral de los álamos,
habita la memoria de lo no vivido a tu lado,
mora la memoria del deseo,
del abrazo postergado, del beso nunca dado.

Más allá de las nieves silenciosas,
extiende su manto el susurro
de un “te quiero”.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Paisaje invernal con cazadores”, Lucas van Uden. Colección privada

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viernes, 30 de noviembre de 2012

LA CASA


La casa está vacía sin ti
y un viento cargado de arena
silabea tu nombre
instigándolo a pasar por las rendijas.

La casa ahora padece la frialdad de los finados
y emerge en mitad de un lago salino,
como una aparición difusa
cuajada en el humo.

La casa te echa de menos,
la noche se espesa cegando los astros
y la niebla esculpe mi perfil de Eva
con su lengua húmeda.

La casa te aguarda
—con paciencia de leona—
sumida en el silencio de la nieve;
es el inventario de un museo de inviernos
en espera del crujido de la cancela,

¡y cómo añora las pálidas corolas
y los próvidos frutos del manzano…!

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Boris Dragojevic

The funeral of hearts, Him




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martes, 20 de noviembre de 2012

DESNUDO BAJANDO UNA ESCALERA


Un cuerpo desnudo,
bajando una escalera,
disloca el espacio
en rosarios de espirales.
Músculos, tendones y osamenta
de maniquí desarticulado
peldaño a peldaño.

Un desnudo desciende
al sórdido infierno
del lupanar barato
de pasamanos rematados
con pomos de oropel
y tenue luz de gas.

Una autómata del sexo
muestra la impudicia
de sus huellas
en un descenso
que deja tras de sí
la sucesión de sus sombras.

Es un evanescente
embrión de robot
revelando,
en su mayestático perfil,
un ensamblaje
de vástagos y resortes.

Ninguna es
de las dóciles y delicadas
bailarinas que Degas pintara
remontando escalones,
ninguna tampoco de las gráciles
muchachas retratadas
en la áurea escalinata
de Eduard Burne-Jones.

La inmovilidad del movimiento
de ese cuerpo desnudo
 —apenas más carnal
que el cartón o la madera—,
es el repunte de una hélice
estroboscópica,
una captura de materia y energía
descendiendo una escalera
y legándonos la efigie de su misterio.

Mayte Dalianegra

Pintura: “Desnudo bajando una escalera” (1912), Marcel Duchamp. Museo de Arte de Filadelfia, Estados Unidos
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jueves, 15 de noviembre de 2012

TODO O NADA

Aut Caesar aut nihil
(Cesare Borgia)

Si mi amor es un raudal
de burbujeante lava,
no me sirve tu cariño
comedido y espartano.

Si mi amor traspasa poros
de paredes y ventanas,
si atraviesa las ciudades,
los valles y las montañas,
no me basta la mitad
que tu corazón me ofrece,
porque yo lo quiero todo,
tiene que ser todo o nada.

Una ambición desmedida
se me abriga en las entrañas,
una ambición de tus besos,
de tu calor, de tu espalda.

Si mi amor es una nube
que pasa y descarga agua,
necesito un fuego intenso,
un ardor que inunde el alba
de pertrechada sonrisa
y de luz entreverada.

Si el dolor rompe los cabos
que me ataban a tu cama,
no me ayudan tus palabras,
porque yo lo quiero todo,
tiene que ser todo o nada.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Claire Bridges


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jueves, 8 de noviembre de 2012

LES GUSTA CUANDO CALLO


Les gusta cuando callo,
cuando estoy como ausente,
cuando mi voz no vierte
el tintineo breve
del vocablo afiliado
a la verdad celeste.

Les gusta cuando niego
la saliva a mi boca,
cuando frágil y oronda,
la opalescente concha,
suena a un mar que no veo,
y su rugido ronca.

Les gusta cuando callo,
cuando las caracolas
van delineando ondas
de muda y negra sombra,
y mis labios ya no abro.
Les gusta cuando callo.

Mayte Dalianegra

Pintura: “Caracolas marinas”, Andrian Bekiarov
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