Luna, cascabel de plata fina
suspendido en la negrura,
ajorca coruscante de la noche
que bañas el regazo de la tierra
de albino y nacarado resplandor,
que tiñes de luces y de sombras,
de fantasmas de castillo medieval,
las piedras de senderos infinitos,
esos ríos de cauce sin caudal.
Luna, orondo lucero,
sinuoso anfiteatro estelar,
enroscada sierpe de volcánica piel
que creces y menguas a voluntad,
retuerces los mares, avivas sus aguas,
y hasta los niños te saben cantar.
Luna, mostrando el rostro
que no puedes ocultar,
visitas mi casa a estas horas,
te veo en mi florido ventanal
y me pregunto, si en la distancia,
mi amado también te admirará.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: "Le crepuscule" (El crepúsculo), 1882, William Adolphe Bouguereau. Colección privada