Río que discurres
escondido entre meandros,
sierpe acuática
enlodada de ponzoñas,
tu bífida lengua
de ofidio
muestra la amalgama de tu estirpe y de tu estampa,
el cruento mestizaje
entre el anhelo de tu corazón
y el óxido que tu sangre,
coagulada por la envidia, reclama.
No eres sino el reflejo del mal
en el espejo de la noche estrellada
que brilla para mí
como un diamante
en su caverna sellada y oculta.
Pecio submarino
aguardando a ser descubierto,
y una vez abierto en canal su vientre impío
de ballena atesorada de recuerdos,
invade la atmósfera
—la estratosfera incluso—,
el hedor a muerte que tu rencor proclama.
(Mayte Dalianegra)
Pintura: "Water serpents" (Serpientes acuáticas), 1904 - 1907, Gustav Klimt