viernes, 18 de febrero de 2011

A AMÍLCAR BLANCO


Llevas nombre de noble prócer de estirpe púnica
y un patronímico gallego que te ahonda la memoria,
te gambetean las piernas y te tremolan las venas
cuando el aire se envenena con el lamento porteño
que pregona un bandoneón al suspirar.

Envuelve la melodía, en voz del Zorzal Criollo,
avenidas, calles, plazas, barrios… arrabales rioplatenses,
mientras tu péndola docta engendra odas, sonetos,
estrofas, rimas, epítetos y verbos.

Amílcar, poeta de horas perdidas, de dulzuras sofocadas
por amores malheridos en duelos de mil puñales,
tangos y poemas bordando de sangre un poncho,
pasiones desbocándose en la hoja de una faca
o en la lujuria nacida de bravura genital.

Amílcar, quiebren su vuelo sobre el cielo bonaerense
los versos que tú compones y vengan, a borbotones,
tus palabras mis oídos a arrullar, ya ansiosos por volverlas a escuchar.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Tango rouge" (Tango rojo), Hamish Blakely

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martes, 15 de febrero de 2011

SEVILLA



Sevilla, Torre del oro
que resplandece con el embrujo 
de una danzarina mora.

Sevilla, patio mudéjar
pertrechado en los Alcázares,
acicalado de flores,
de filigranas de estuco, 
de mocárabes y atauriques 
cincelados en su piel 
de odalisca sarracena.

Sevilla, colorado minarete 
erigido de ladrillos 
por alarifes orfebres,
atalaya almohade
coronada por el cielo.

Sevilla, Giraldillo que enreda los vientos 
y enaltecido los vuelca.

Sevilla, ojos de puente sobre el barrio de Triana.

Sevilla, cigarrera que cantara su desgracia de gitana
del amor enamorada.

(Mayte Llera,  Dalianegra)

Pintura: "El Alcázar de Sevilla", Joaquín Sorolla y Bastida
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sábado, 12 de febrero de 2011

VOLVERÁS A MÍ


Mis manos, las manos
que te tantas veces te acariciaron,
las manos
que tantas veces dibujaron tu contorno
a lo largo de nuestra adolescencia,
aprietan las ansias de tenerte como entonces.

Yaciendo a tu lado
—durante el duermevela nocturno—,
te sueño
con brasas fundidas
en el crisol de una luz pálida
y limpia,
de una luz
que me restituye
el sol de la alegría
y la esperanza
de que vuelvas
al encuentro de lo que fuimos,
que vuelvas
con la mirada saciada de constelaciones,
con la nuca envanecida por el amor que te rindo,
con la boca fragante
de selvas y de bosques.

Anhelo, intuyo, creo, sé,
que volverás a mí
con el centelleo del rayo,
y tus brazos y tus piernas
y tus ojos y tu boca
se enredarán en mi tronco de sauce
como unas ávidas hiedras,
nutriéndose de mi savia incandescente,
inflamable,
mientras una llamarada incendia
la ternura del beso.

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Pintura: “Apolo y Dafne” (1908), John William Waterhouse
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jueves, 10 de febrero de 2011

SIRENA


Sirena 
de verdes mares, 
de las luces facetadas
de tus ojos 
esmeralda, beben sueños los poetas,
y ebrios de tu cintura 
y de tus pechos 
de nácar,
buscan ansiosos 
la valva 
que se oculta en el metal
de tus escamas 
de plata.

Sirena 
siempre añorada, te desean 
los marinos
cuando en sus redes 
te enganchan
y sus pupilas rebrillan de libidinosa rabia.

Ya no encantas 
con tu lira 
sus atormentadas almas,
que ahora 
ellos anhelan, 
del yodo de ese molusco
y de su concha 
irisada, 
arrancar la fina perla 
de algas engalanada.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “The captured mermaid” (La sirena capturada), Herbert James Draper (1863 - 1920)

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sábado, 5 de febrero de 2011

SI ESTOY CONTIGO


Si estoy contigo, me sobra
el universo, y me palpitan los vientos sobre las crines
del cielo, y me amanecen los ojos
coagulados de un silencio, que se quiebra
cuando siento el abrazo de tu aliento.

Si estoy contigo, el mar se encrespa
en el infinito oleaje de mis sueños, y recorro
los caminos bosquejados
entre tu boca y mi cuello, y se encienden los suspiros
y el halago lisonjero
que me humedece las sienes,
que me derrama en lo interno, y me acalora,
y me vence
hasta dejarme extenuada
y desnuda en mis adentros.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “La sirena” (1910), Howard Pyle 

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viernes, 4 de febrero de 2011

LA PROMESA DEL ALBA


La promesa del alba
vaticinó una aurora marchita
de esperanzas.

Llegó el tiempo del desencuentro,
malográndose los pétalos de las dalias
y desmembrando el abrazo de los amantes,
que en su delirio no atinan a encontrarse los labios.

Desterrada la luz de su hornacina solar,
no queda sino la sarmentosa osamenta
del un  pasado apenas esbozado,
reclinada sobre el infranqueable muro del desdén.

La oscuridad se cierne sobre un inmundo lecho de agonías y pesares,
cuando mis párpados vierten, en el cáliz de tu pecho,
la sinfonía maldita, el errático tintineo
de las lágrimas caídas por los amores que han muerto.

(Mayte Dalianegra)

Pintura:"El funeral de Atala" (1808), Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson
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domingo, 30 de enero de 2011

SERÉ


Seré aquello que tu corazón anhela:
lluvia primaveral consagrando
los campos y las flores
a alguna divinidad silvestre,
brisa canicular seduciendo
la madreperla de las olas
de un océano tan verde como calmo
o torrente fresco,
arracimado de júbilo,
en espera de la caricia de tu piel.

También seré tormenta de arena
batiendo con violencia los postigos,
batiendo con violencia nuestros pechos,
enajenando manos,
llenando las bocas de estrellas
y arrancándoles tórridas sinfonías
a los clavicordios.

Seré trigales abrasados por el fuego
del verano, arrozales húmedos
que baña el metal blanco de la luna
y hojarasca
que fecunda los claroscuros
que dona el otoño.

Seré mariposa, luciérnaga,
libélula con alas de cristal emplomado,
sirena de aguas salobres,
ninfa de dulces aguas,
quizá princesa de cuento,
tal vez dama con unicornio por mascota,
nieves de un confín del Himalaya,
arbotante de templo gótico
o factura impagada de la luz de un frío
invierno, porfiando en cobrarse
el adeudo en tu carne y en tus besos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Challenge" (Desafío), 1950, Juan Medina. Colección privada

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martes, 25 de enero de 2011

"PARA LA DALIA NEGRA", Amílcar Blanco


A mí me gustaría por el lujo de disfrutar tus dones,
visitarte en los sitios de luz por los que pasas,
de mil y muchas más habitaciones.
Andar sus galerías y terrazas,
sus hondos, comodísimos salones
y sus cosmogónicos balcones.
Oír las lentas cuerdas de guitarras,
las tripas gemidoras de chelos y violines.
Y ver cuerpos y talles y viñadoras parras,
paisajes cincelados y eglógicos confines,
hombros ebúrneos, muslos agresivos,
brazos, senos y sombras, soportales
de alcobas con rubíes ojos vivos
y mordazas sanguíneas y labiales,
trenzadas en abrazos y besos obsesivos.

¡Qué lujo! ver el tiempo clarear en sus rincones,
ver sillas con estambres, espejos y almohadones,
Los cuadros que pintaste, con manos encastradas
de colores y pastas, sueños y pinceladas.
Y un lujo que tus ojos marrón verde, melados,
golpeen mis miradas con sus luces cordiales,
quiebren líneas y círculos, perdones y pecados
batiendo en mil colores sus sombras espectrales.
Después en el ocaso tiñéndonos rosáceos,
sentar bajo glorietas nuestros tibios espacios
y hablar como si fuéramos Armando y Margarita
reviviendo por siempre su Traviata y su cita.

(Amílcar Blanco)

Pintura: "An italian lady" (Una dama italiana), Frederick Leighton (1830 - 1896)

jueves, 20 de enero de 2011

A ROXELANA, LA SULTANA ROSSA


La media luna, 
la luna creciente,
brilla como gajo de fruta escarchado
en el azúcar de la noche de Estambul
—hecho ya delicia turca—,
mientras llama a la oración el almuecín.

La salmodia se expande
entre la bruma,
entre aromas
de jazmín y de azahar.

Brillan también las esmeraldas
del turbante del sultán bajo las cúpulas
del formidable Serrallo
—donde suspiran cautivos
abrazados al silencio,
y el duelo se enseñorea—.

Entre odaliscas y eunucos 
se abre paso
Roxelana,
favorita del harén,
la sultana pelirroja,
la de aliento
de clavel y pupilas de heliotropo.

De sus horadados lóbulos penden
dos zarcillos de oro.
Dos rosas lleva en los pechos,
arrulladas por un sedoso caftán.
Dos pezones
como dagas victoriosas,
como regios cetros,
como halcones 
que emboscados, 
acechan.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La gran odalisca" (1814), Dominique Ingres

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Este poema está dedicado a la figura histórica de Alexandra Anastasia Lisowska, llamada Hürrem en la corte de Estambul, y en occidente Roxelana, Roxelane, Roxolana, Rosselana, Rossa o Ruziak,  esposa principal o sultana valide del sultán otomano Suleimán el Magnífico  (s. XVI).

Acompaña al poema el vídeo “Ask-i-Hürrem” (El amor de Hürrem), del que el vídeo presenta "La primera danza del harén",  del compositor y músico turco, especializado en música de fusión o “new age”, Can Atilla, dedicado a esta mujer cuya memoria trascendió las barreras del tiempo.



domingo, 16 de enero de 2011

LA MAÑANA OLÍA A HIERBA FRESCA


La mañana olía a hierba fresca
y a nubes plateadas;
la tarde, a la inquietud juvenil
de la primera vez.

Pasó el tiempo.

Pasó más tiempo aún.
A menudo estamparon sus huellas
los pasos sigilosos del silencio,
otras veces lo hicieron las palabras
frente a frente.

Llegó el presente como todo llega,
como el pasado llega a futuro
transitando por esa calzada de rodadas sin retorno,
donde los tiempos
son lo que su nombre indica
sólo porque les ponemos nombre.

Y hoy,
hoy no dejes que me olvide
de tus mares,
de los puertos que tus vientos horadaron
en el oro pálido de mis mieses,
en el trigo que se arquea inmolándose
sin tregua.

No dejes,
no permitas,
no visites capillas ardientes ni asistas a funerales,
que no hay óbito que lamentar,
que no hay pérdida,
sino encuentro.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Beautiful sleep" (Hermoso sueño), Andrei Bellichenko

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sábado, 8 de enero de 2011

TE CREÍ


Te creí un soplo de aire puro
pugnando por fundirte con mi aliento,
nublando los cielos de ternura y afecto,
espoleando mis instintos
con los requiebros
capaces de cautivar el oído más remiso.

Pero no era tu locuacidad
sino verborrea de hombre avezado en las artes cinegéticas,
de hábil cetrero que no precisa de gerifalte alguno o
de montero sobrado de veloces lebreles.

Me regalaste un universo de palabras
vacuas, huérfanas de contenido,
de actitudes grandilocuentes
que escondían la miseria del desengaño
tras un baluarte edificado con falacias.

¿Y ahora qué? ¿Ahora dónde depositaré mis lágrimas?
Lágrimas que expresan la ingenua estupidez de los que aman,
de aquéllos que, pese a intuir la certeza,
se engañan a sí mismos,
temerosos de quebrar el funesto venablo
con que les asaeteó un Cupido ebrio.

¿Y ahora qué? Ahora sólo me resta amarte
en el silencio de una cripta invadida por el olvido,
en el yermo sepulcro de una Julieta
finada en la soledad del invierno ártico
o en las lacias y macilentas hojas
de una hiedra marchita bajo el perpetuo hielo del desconsuelo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “La tumba del poeta”  (1900),  Pedro Sáenz Sáenz

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jueves, 6 de enero de 2011

EL ESPEJO

 A mi madre

Me llevo el espejo,
de mudo destello,
que un día la viera
dormir para siempre.

Me llevo el recuerdo 
de mi madre muerta,
sus ojos gastados,
su mirada tierna…
Frente a mí, su reflejo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "The mirror" (El espejo), 1896, Frank Dicksee
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lunes, 3 de enero de 2011

DESDE AYER


Ayer, entre horas de lento caminar
que velaban los silencios de tinieblas,
se quebraron las rejas
de la mazmorra umbría
que confinaba mi malhadado corazón.

Ya lejos del abismo de tu salmodia
insistente de amo redentor,
sobreviví al esfuerzo de saberme
libre, por una vez libre y yo misma,
como paloma de alas retoñadas,
como el pimpollo de una rosa fresca
en titánica lucha contra la escarcha del invierno.

Dijiste, como un Orfeo arrobado por su Eurídice,
cuando el tiempo se detuvo
ante el siniestro umbral de la muerte:
"nunca te dejaré",
pero era nunca hasta ayer.

Ayer las camelias florecían bajo el hielo
y sus pétalos punzaban la fina capa del universo,
y prímulas escarlata brotaban
de mis labios enmudecidos y sin aliento.

Ayer una eternidad clamorosa 
me corría por las venas dando vida a mi esqueleto,
profanándome las sienes,
estallando en las cascadas de mi risa acelerada.

Y hoy contemplo un nuevo paisaje
sin los rastros gemebundos de la opresión y del yugo,
y alzo un cáliz victorioso sobre la testa del mundo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Destiny” (Destino), 1900, John William Waterhouse

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domingo, 2 de enero de 2011

SI UN DÍA ME DEJAS


Si un día me dejas,
los jazmines
que perfuman el lecho donde tu risa y la mía
se encuentran las manos,
perderán su voz de azúcar;
y perderá su calor
—y hasta el aliento— 
esa garza liviana,
ese lirio cárdeno 
que amamanta mi pecho.

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Pintura: “Mar de lirios”, Soledad Fernández

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Música: "My immortal", Evanescence




sábado, 1 de enero de 2011

UN BESO BAJO EL MUÉRDAGO


Te besaré, alma mía, 
como nunca te besaron,
bajo un ramo, de plata verde
entretejida de nácares, 
prendido en el dosel del mismo cielo.

Te besaré, alma mía,
bajo la magia del muérdago.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: “Romeo y Julieta" (1870), Ford Madox Brown 

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VIVO EN TI


Vivo en la cavidad acuosa de tu boca
—en esa vega fértil donde cultivas besos 
con sabor a vino tinto y cerezas—,
en el tono de tu voz y
en el acento grave y especiado de tus susurros.

Vivo en la languidez marina de tu mirada 
hambrienta de lunas,
en la taracea minuciosa 
de las escasas arrugas que custodian tu ceño,
y en tus dedos ágiles,
que son obstinadas hiedras
enredándose en mí 
como en el tronco de un sauce.

Vivo en el rocío que vierte la aurora
cuando abandonas el tálamo
donde hemos yacido, y en esa otra humedad
que transporta el viento para quebrar los vitrales 
del olvido. Y así vivo 
en los aromas a sándalo y cedro 
del cofre que atesora nuestros recuerdos,
esos recuerdos que amanecen en mis ojos 
con el embrión del día.

Vivo, también, 
en las horas trenzadas por la noche 
sobre mis muslos, 
y sobre los pechos rotundos que amamantan de pasión 
los surcos de tus suspiros.

Vivo en todo eso, en ti, mi amor, 
y en el soplo fecundo de tu aliento.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Romeo y Julieta", Eduardo Úrculo (1938 - 2003)

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viernes, 31 de diciembre de 2010

ENTONCES (soneto en versos alejandrinos)

Entonces no importaba que hubiera sol ni luna,  
ni noche, ni mañana, ni rosas en jarrones, 
ni enredaderas verdes colgando en los balcones,
ni risas en la calle, ni niño en una cuna. 

Entonces no veía la arena de la duna, 
ni el tiempo que se escurre por entre los rincones, 
ni las dificultades que escalan farallones, 
ni la falta de números para lograr fortuna. 

Entonces contenía mi aliento solo al verte, 
respiraba los aires de tus ojos de cielo,
levitaba entre nubes bendiciendo mi suerte. 

Entonces pasó aquello que me derribó al suelo, 
llegaron las borrascas soplando un viento fuerte. 
Entonces era entonces, y ahora queda el duelo. 

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Desnudo reclinado" (1864), Jean Frederic Bazille

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Música: "Tiempo y silencio", Cesária Évora y Pedro Guerra

jueves, 30 de diciembre de 2010

DOLIENTE AUSENCIA


Una angustia de plañidera 
azota mi pecho
en el callado remanso de la aurora.
No se acomoda mi alma 
a saberte ahora tan lejos,
a esa espera impaciente y tosca 
que desbroza el olvido
y despelleja la nostalgia.

(Mayte Llera, Dalianegra)


Pintura: “Onirique” (Onírico), 2009, Ralph Heimans, colección privada, Sydney

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domingo, 19 de diciembre de 2010

LUNA


Luna, cascabel de plata fina
suspendido en la negrura,
ajorca coruscante de la noche
que bañas el regazo de la tierra
de albino y nacarado resplandor,
que tiñes de luces y de sombras,
de fantasmas de castillo medieval,
las piedras de senderos infinitos,
esos ríos de cauce sin caudal.

Luna, orondo lucero,
sinuoso anfiteatro estelar,
enroscada sierpe de volcánica piel
que creces y menguas a voluntad,
retuerces los mares, avivas sus aguas,
y hasta los niños te saben cantar.

Luna, mostrando el rostro
que no puedes ocultar,
visitas mi casa a estas horas,
te veo en  mi florido ventanal
y me pregunto, si en la distancia,
mi amado también te admirará.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Le crepuscule" (El crepúsculo), 1882, William Adolphe Bouguereau. Colección privada
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sábado, 4 de diciembre de 2010

TU MIRADA


Exhalaba el día su embriagador aliento a jazmín y hierbabuena
cuando la albura se evaporaba en un mar de oscuridades,
en las postreras horas de la tarde, aquellas en las que Orión
asaetea gacelas y, ahíto de rumiar su gloria,
escupe fuego sobre la aljaba de Artemisa.

Fue durante ese tiempo que te cobijaste en mi regazo,
advirtiendo entonces el rubor que tintaba mis mejillas
ante tu escrutinio.

Cleopatra, con su untuosa sonrisa de miel y dátiles maduros,
jamás recibió de César ni de Antonio tal mirada;

jamás la reina de Egipto fue objeto de semejante acechanza, 
de ese deseo desenfrenado y ciego
que manifiestan quienes rotan su corazón en torno al sol,
que manifiestan quienes arden en la hoguera del delirio 
y renacen fortalecidos,
orgullosos de una pasión imperecedera.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "The finding of Moses" (El hallazgo de Moisés), 1904, Lawrence Alma-Tadema

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jueves, 2 de diciembre de 2010

NUESTROS OJOS


En las cuencas de tus ojos 
nacen dos serenos mares 
 —relucientes esmeraldas 
engarzadas con esmero 
en el oro del crepúsculo— 
que se tornan tempestuosos 
cuando, ansiosos, escudriñan 
la tersura de la noche, 
rastreando las estelas 
que te dejaron los míos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Rolf Armstrong (1889 - 1960)

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sábado, 27 de noviembre de 2010

LLÉVAME AL SUR



Me mira la luna blanca
con sus ojitos de plata,
me pide clavo y canela,
y una copa de aguardiente,
para remontar la pena
de no poder ver el sol.

Quiero estar allí presente
antes del amanecer,
cuando la luna se vaya
a dormir a su morada.

Llévame al sur, marinero,
en tu nave de azafrán,
con la vela a sotavento,
con el mar en mis caderas
cabalgando un alazán.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura de Valery Tsukakhin

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domingo, 7 de noviembre de 2010

LA MALDICIÓN DE VENUS ERICINA


En la nimbada cumbre del monte Erice,
hincada de hinojos entre floridos brezos,
rogué a la más temible de las diosas del amor
que no afligiese mi corazón con el veneno de la pasión,
mas la inflexible deidad desatendió mis súplicas
y atravesaron mi pecho venablos y saetas,
desplegaron sus alas las ponzoñosas libélulas
y hasta las mariposas, de ágil y etéreo vuelo,
vertieron sobre mis labios pócimas tan deletéreas como deleitosas.

¡Ay de mí, que de amar sucumbo,
contaminada por el flujo incesante de tales filtros amatorios!
¡Ay de mí! ¿Qué hechicera, qué nigromante, elaboró tan letal brebaje?
Ni Circe, ni Medea, ni mortal alguna, podrían igualar tales efectos.

Pues solo percibir el eco de su risa,
esa álgida cascada que me arrebata el alma,
que trueca mis sentidos en columna torsa,
solo escuchar el silencio de su mirada,
esa insondable sima donde se arroja mi espíritu
precipitándose al vacío desde el trapecio del infinito,
solo compartir con él la insignificante fracción de un segundo,
y retoña en mí la felicidad absoluta.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El Nacimiento de Venus", 1879, William Adolphe Bouguereau. Museo de Orsay, París.
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jueves, 4 de noviembre de 2010

EL ÁNGEL AZUL


Llevaba escamas de sierpe entre los dientes,
y los pezones bruñidos por tantas manos
como luciérnagas le avivaban la mirada
al encenderse las candilejas del proscenio.

Poseía ojos de marisma en calma 
enturbiados por un huracán de khol,
y los labios eran pétalos encarnados
desprendiéndose ante el paso convulso de su voz.

Vibraba esa voz de humo en notas graves 
sostenidas en el desfiladero de su laringe,
quebrándose en fragor de catarata.

A horcajadas sobre una silla de cabaret,
así respiraba aquel ángel azul
la noche oscura,
engendrando pasiones de hiel y cieno,
alumbrando el despertar de una aurora marchita
en la república de las quimeras,
en el Berlín de los manumisos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Cabaret", Raymond Leech
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lunes, 1 de noviembre de 2010

COMO ISADORA DUNCAN


En el lindero de lo finito,
mis pies desnudos, como los de Isadora,
vuelan en acrobacias y fugaces piruetas,
surcan el tiempo avanzando al revés,
suspendiéndose en un remoto pretérito,
orlando mis sienes de floridas tiaras,
cubriendo mi torso con drapeados peplos.

Danzan esos pies ansiando alcanzar los cielos
con cabriolas dignas del ligero Pegaso.
Aceleran de súbito para detenerse inesperadamente,
codiciando las verdes plumas de un quetzal
o las membranosas alas de una mariposa.

En ocasiones se muestran torpes y anquilosados
como amazacotadas tortugas de jade,
pero otras veces planean y se elevan 
portando la carga de mi piel y de mis huesos.
Entonces me siento ingrávida y etérea,
vaporosa y liviana como la seda.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “La danza”, 1856, William Adolphe Bouguereau

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