martes, 19 de abril de 2011

TÚ ME INSPIRAS


Tú me inspiras como una hiedra 
que abraza mi pecho
para hacerme respirar el arrullo de una aurora
impenitente de miedos y de emociones.

Tú me inspiras como una vida 
que late en la profundidad de una caverna
y se acomoda a la oscuridad de su refugio 
de desbordada protección.

Tú me inspiras como unas llamas
forjadas en una hoguera de manos
y en un crisol de proclamas.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Mater Triumphalis”, 1892, Annie Louisa Robinson Swynnerton, Museo de Orsay, París

miércoles, 13 de abril de 2011

SI NO FUERA POR TI...


Si no fuera por ti,
qué tristeza habitaría en mi corazón,
qué desconsuelo.

Si no fuera por ti,
las arañas de cristal de esos salones
donde danza la brisa de la nostalgia,
se desplomarían al unísono
sobre mi cabeza.

Si no fuera por ti
y por tu sonrisa franca,
moriría cada noche sin ver despuntar el alba,
reventándome las sienes
torturadas por mi sangre.

Si no fuera por ti,
me ahogaría en mares de salivas apretadas,
y en el salar de mi rostro
se desecaría mi alma.

Si no fuera por ti,
esperanza de mi vida,
ya no sería este mundo un lugar para mis días.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Cena inconclusa en invierno”, Joanna Sierko Filipowska
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sábado, 9 de abril de 2011

SU MANO EN LA DISTANCIA


Tomó ella su mano en la distancia
y la condujo al centro de su pecho,
latía en él un corazón tierno,
un abismo recóndito de mansedumbres,
una sed implacable de amores
insondables perdiéndose en la gravedad
inescrutable y breve del ser,
en ese barranco infinito donde se despeñan los sueños
que no han tenido ni tendrán nunca un lugar.

Tomó ella su mano en la distancia,
para nunca más a ella renunciar.

(Mayte Dalianegra)

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Pintura: “Cupid and Psyche in the nupcial bower” (“Cupido y Psique en el tálamo nupcial”), 1793, Hugh Douglas Hamilton
 

domingo, 3 de abril de 2011

NO SABRÁN


No sabrán ni tu nombre 
ni el mío,
no dirán de nosotros 
ni palabra,
hasta el tiempo danzará 
en nuestras exequias
para honrarnos con el laurel 
del olvido.

No sabrán de mi nombre 
más que fui
la que un día te juró 
amor eterno,
y en los brazos de la aurora, 
adormecida,
musité el sonido 
de tus besos.

No sabrán, 
vida mía, 
que te amé
como ama el rocío 
la alborada,
no sabrán que mi boca 
se fundió
con la espuma 
de tu Río de la Plata.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Andrómeda”, 1869, Edward James Poynter

viernes, 1 de abril de 2011

¡NO PUEDO!


Cuando te enfadas conmigo
y tu enojo alcanza las ramas de los árboles cercanos,
también las de los plátanos, nudosos y desnudos,
que jalonan un sendero
allá por la Conchinchina,
y encrespa mares con olas como volutas jónicas;
cuando todo eso sucede
y quiero odiarte con  el odio que profesara Ulises al cíclope Polifemo,
¡no puedo!

Cuando me miras sin verme,
porque tu mirada se halla perdida dentro de tus pensamientos
y atisbo el vacío de mi soledad en ellos,
y te hablo y ni me escuchas
y te ruego y me respondes con el silencio;
cuando todo eso sucede
y quiero odiarte con el odio que profesara Medea al argonauta Jasón,
¡no puedo!

Las raíces de mi odio se han atrofiado en la planta
y sólo germina en ella un amor tan abisal,
que en filamentos se escinde
como selváticas lianas
y enmarañadas se enredan en tu corazón, amado.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Medea", 1868 , Frederick Sandys

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jueves, 24 de marzo de 2011

VERDE


Verde como las plumas de un quetzal de Guatemala,
como el jade que fertiliza las pirámides 
de los mayas antiguos,
como el fulgor cegador de las esmeraldas del Serrallo
o la oriflama que ondea con la enseña del Islam.

Verde como un valle de mi Asturias,
malaquita lustrosa que escala las cordilleras
y declina en los arroyos.

Verde de mar y océano,
de absenta que las gargantas quema,
verde de botella y de manzana, de árbol y arbusto,
de trópicos y de Amazonia,
de praderas infinitas donde pastaron los siglos,
verde como la baranda a la que Lorca cantase,
verde como esperanza teñida de tinta glauca.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Fiore di vita" (Flor de vida), 1902, Giovanni Battista Carpanetto (1863–1928). Colección privada, Galería Sant' Agostino, Turín

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domingo, 20 de marzo de 2011

TEJEDORA


Como en otro tiempo 
tejiesen las tiernas arréforas
el peplo sagrado de Atenea,
cuidando la urdimbre,
mimando la trama,
así tejo este poema para ti:
con las manos cegadas de palabras,
con los anhelos volando sobre tus huellas,
con la boca envuelta en la turgencia del beso
sobre la tibieza de una madrugada futura.

Soy perseverante Penélope
desmadejando en la noche
el ovillo nacido con la mañana.
Soy tejedora de sueños.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Penelope and the suitors” (Penélope y los pretendientes), 1912, John William Waterhouse

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viernes, 18 de marzo de 2011

SEA ESTE AMOR


Sea este amor, que me puede
y me hinca de rodillas,
gélido beso de áspid
clavándose en el oscuro pezón
de la última reina de Egipto.

Sea templado acero toledano,
dispuesto a batirse en duelos encarnizados
y a morir en lances varios,
sediento de derramarse
como derrama la luna albura
por esos valles.

Sea este amor poderoso
continente 
que retiene mi poesía,
que me mengua y me acrecienta
con displicencia voluble,
que me tortura y me mata con tan sólo un silencio
o me devuelve la vida con la nimiedad de un gesto.

 (Mayte Dalianegra)

Pintura: “La muerte de Cleopatra”, 1874, Jean André Rixens

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sábado, 12 de marzo de 2011

EN LO OSCURO


Unos ojos me miraban
en lo oscuro,
unas luces me brillaban en la ausencia,
las pupilas encendidas
como brasas, los párpados
embargados de tinieblas.

Una voz me susurraba al oído
(con rumor de marina caracola),
y en la noche
vertebrada de luciérnagas,
fuiste mío al compás
de mis caderas.

Mi grupa fue
tu rítmica cabalgadura,
y mis pechos,
de azúcar y de cereza,
alimentaron de calor
tu boca fiera 
—ese abismo
custodiado por tus labios—.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Aaron Nagel

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viernes, 11 de marzo de 2011

AZUL PROFUNDO


Azul profundo y submarino,
tentáculo abisal
prendido en el génesis de las eras;
azul intenso, híbrido de cielos y mares,
oscuro azul, alquitranado de auroras y delfines
poseyendo, a cabriolas,
la vacua concavidad celeste,
en un inhóspito viernes de tormentas de soles,
de marejadas lunares
e inocencias sublimadas por el verbo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Mailis”, 2010, Marina Dieul
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martes, 8 de marzo de 2011

UN AÑO MÁS


Mayo abrió su fragante corola
y junio nació salivando el sol en su boca de glicinia,
trastabilló sus días hasta octubre,
zambulléndose en el lecho ambarino
cedido por la hojarasca de un vetusto roble,
para concluir su singladura por el país de las nieves
disfrazado de arlequín en un carnaval sureño.

Anclaron los meses sus rudas cadenas,
al paso del tiempo llegaron las mieses doradas,
la hierba perfumada de verdor,
las lluvias, los caminos enlodados de sueños por cumplir,
los collados coronados de ciclones...
Mudaron las risas, los llantos,
las mil cicatrices que nos van quedando,
las mías, las tuyas.

Hoy tus años suman uno más,
nuestras esperanzas, una menos,
¿cantará algún ángel nuestras alegrías o serán tristezas?

Tal vez la desdicha jalone mi entrega,
puede ser que nunca fuese siempre y siempre fuese nunca,
pero no dudes que la sinceridad fue mi divisa,
no dudes de mi amor, de que por ti
—con el alma entre los dientes,
enlazando una sonrisa serena—
muera atrincherada en el recuerdo.

(Mayte Dalianegra)

"Phyllis and Demophoon" (Filis y Demofonte),  1870, Edward Coley Burne-Jones, City Museum and Art Gallery, Burmingham, UK

Safe Creative #1103058634414

jueves, 3 de marzo de 2011

JARDÍN UMBRÍO


Tu alma es un jardín umbrío,
sin el sol de la verdad,
crece en él un musgo frío y la hiedra ponzoñosa
de la más atroz mentira y la cruel deslealtad.

(Mayte Dalianegra)

Pintura de Nancy Depew

Safe Creative #1103258815200

miércoles, 2 de marzo de 2011

A UN CARNAVAL VENECIANO


Ríe la noche bajo estrellas de fuego
—cromáticas iridiscencias tachonando
el lóbrego acerico celeste—.
Vueltas hacia la pirotecnia,
las miradas fascinadas del gentío,
como girasoles ansiando aprehender la luz.

Ríen también las plazas empedradas
y las angostas callejuelas que ciñen los palacios.
Los canales mutan su serena mansedumbre
en aras de lujuriosas mareas,
bajo el violento arrojo de las góndolas.

Ríen las máscaras limpias de semblante,
faltas de nombre, sólo ojos atisbando la carne
tras los atuendos barrocos,
intuyendo voluptuosas formas,
adivinando, como pitonisas,
protuberancias y oscuras grutas,
lamiendo de las sombras su impudicia.

Ríen hasta los gatos, como aquel azafranado
que ronroneaba con las notas de maese Vivaldi.

Ríen —y no cesan en sus risas—
las cortesanas predilectas de Casanova,
exhibiendo la insolencia de los turgentes alcores
que coronan sus talles de mirto,
la pericia de sus labios de amapola
o el vertiginoso tremolar de sus lenguas.

Ríe la risa misma,
la hilaridad manifiesta de la dicha,
engalanando de oropeles el invierno,
cubriendo de guirnaldas esos puentes
donde se cruzan el extravío y la codicia lasciva.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Máscara de Venecia”, Constantin Mogilevsky

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lunes, 28 de febrero de 2011

PIÉNSAME


Si el frío de tu otoño
te hace presagiar las nieves del invierno,
piénsame.

Piensa en el cálido verano de mis besos,
en mis pechos de rotunda primavera
y en la fragancia afrutada de mi sexo.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Heart of snow” (Corazón de nieve), Edward Robert Hughes (1851 – 1914)

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viernes, 25 de febrero de 2011

EL RECUERDO AMADO


Callado el corazón, 
mudos los labios, certero el aguijón 
que clava en mi pecho
la dulce amargura del recuerdo amado.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Nudo con le calze rosse” (“Desnudo con las medias rojas”), 1879, Giuseppe de Nittis

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lunes, 21 de febrero de 2011

UN SON PARA PEDRO BÁEZ


De una Cuba malherida a machetazos
por una revolución traicionada,
por el asesinato de un comandante antes del atardecer.
De una isla de palabras perseguidas,
de playas donde la carne se vende dentro del agua,
de balsas donde los hombres ponen toda la esperanza,
de esa ínsula querida, como una fragua candente,
nace el poeta que canta un son a su blanca Habana.

Pedro todavía es el niño chico que juega con el vientre
de una ballena varada en la turquesa que es ese mar,
que enreda los dedos en las algas y el coral, 
aunque ahora mira al océano desde el dolor del exilio,
y sus lágrimas le devuelven la memoria antillana, caribeña,
la de aguerridos mambises aferrándose a la tierra,
la de ingenios de caña inmersos en el verdor tropical,
la de deidades paridas en cantos de esclavos yorubas,
la de un malecón de besos,
la de aromas cítricos, de lima y de hierbabuena, de mojito,
la de humo de tabaco liado por unas manos con tiempo,
la del sabor del banano frito aplastado con el puño cerrado,
la del sonido de cláxones de autos de hace décadas
que se mueven por inercia,
o la de voces que cantan son, salsa y otras trovas,
la de mulatas y mulatos
que contonean sus híbridas musculaturas de bronce
en pos del amor de Eros,
la de la Bodeguita del Medio o la del Floridita,
la del ron que quema el aliento y lo perfuma de selva,
la de una siesta esbozada bajo la sombra de una platanera,
y la de las radionovelas abrazado a una madre,
a una Dalia única, que con el final siempre llora.

Pedro, Changó u Obatalá, poderoso orisha 
dueño del don del verso,
Pedro, siempre Pedro.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “Jeune homme assis au bord de la mer” (hombre joven sentado al borde del mar), Jean Hippolyte Flandrin (1809 - 1864)
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viernes, 18 de febrero de 2011

A AMÍLCAR BLANCO


Llevas nombre de noble prócer de estirpe púnica
y un patronímico gallego que te ahonda la memoria,
te gambetean las piernas y te tremolan las venas
cuando el aire se envenena con el lamento porteño
que pregona un bandoneón al suspirar.

Envuelve la melodía, en voz del Zorzal Criollo,
avenidas, calles, plazas, barrios… arrabales rioplatenses,
mientras tu péndola docta engendra odas, sonetos,
estrofas, rimas, epítetos y verbos.

Amílcar, poeta de horas perdidas, de dulzuras sofocadas
por amores malheridos en duelos de mil puñales,
tangos y poemas bordando de sangre un poncho,
pasiones desbocándose en la hoja de una faca
o en la lujuria nacida de bravura genital.

Amílcar, quiebren su vuelo sobre el cielo bonaerense
los versos que tú compones y vengan, a borbotones,
tus palabras mis oídos a arrullar, ya ansiosos por volverlas a escuchar.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Tango rouge" (Tango rojo), Hamish Blakely

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martes, 15 de febrero de 2011

SEVILLA



Sevilla, Torre del oro
que resplandece con el embrujo 
de una danzarina mora.

Sevilla, patio mudéjar
pertrechado en los Alcázares,
acicalado de flores,
de filigranas de estuco, 
de mocárabes y atauriques 
cincelados en su piel 
de odalisca sarracena.

Sevilla, colorado minarete 
erigido de ladrillos 
por alarifes orfebres,
atalaya almohade
coronada por el cielo.

Sevilla, Giraldillo que enreda los vientos 
y enaltecido los vuelca.

Sevilla, ojos de puente sobre el barrio de Triana.

Sevilla, cigarrera que cantara su desgracia de gitana
del amor enamorada.

(Mayte Llera,  Dalianegra)

Pintura: "El Alcázar de Sevilla", Joaquín Sorolla y Bastida
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sábado, 12 de febrero de 2011

VOLVERÁS A MÍ


Mis manos, las manos
que te tantas veces te acariciaron,
las manos
que tantas veces dibujaron tu contorno
a lo largo de nuestra adolescencia,
aprietan las ansias de tenerte como entonces.

Yaciendo a tu lado
—durante el duermevela nocturno—,
te sueño
con brasas fundidas
en el crisol de una luz pálida
y limpia,
de una luz
que me restituye
el sol de la alegría
y la esperanza
de que vuelvas
al encuentro de lo que fuimos,
que vuelvas
con la mirada saciada de constelaciones,
con la nuca envanecida por el amor que te rindo,
con la boca fragante
de selvas y de bosques.

Anhelo, intuyo, creo, sé,
que volverás a mí
con el centelleo del rayo,
y tus brazos y tus piernas
y tus ojos y tu boca
se enredarán en mi tronco de sauce
como unas ávidas hiedras,
nutriéndose de mi savia incandescente,
inflamable,
mientras una llamarada incendia
la ternura del beso.

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Pintura: “Apolo y Dafne” (1908), John William Waterhouse
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jueves, 10 de febrero de 2011

SIRENA


Sirena 
de verdes mares, 
de las luces facetadas
de tus ojos 
esmeralda, beben sueños los poetas,
y ebrios de tu cintura 
y de tus pechos 
de nácar,
buscan ansiosos 
la valva 
que se oculta en el metal
de tus escamas 
de plata.

Sirena 
siempre añorada, te desean 
los marinos
cuando en sus redes 
te enganchan
y sus pupilas rebrillan de libidinosa rabia.

Ya no encantas 
con tu lira 
sus atormentadas almas,
que ahora 
ellos anhelan, 
del yodo de ese molusco
y de su concha 
irisada, 
arrancar la fina perla 
de algas engalanada.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “The captured mermaid” (La sirena capturada), Herbert James Draper (1863 - 1920)

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sábado, 5 de febrero de 2011

SI ESTOY CONTIGO


Si estoy contigo, me sobra
el universo, y me palpitan los vientos sobre las crines
del cielo, y me amanecen los ojos
coagulados de un silencio, que se quiebra
cuando siento el abrazo de tu aliento.

Si estoy contigo, el mar se encrespa
en el infinito oleaje de mis sueños, y recorro
los caminos bosquejados
entre tu boca y mi cuello, y se encienden los suspiros
y el halago lisonjero
que me humedece las sienes,
que me derrama en lo interno, y me acalora,
y me vence
hasta dejarme extenuada
y desnuda en mis adentros.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: “La sirena” (1910), Howard Pyle 

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viernes, 4 de febrero de 2011

LA PROMESA DEL ALBA


La promesa del alba
vaticinó una aurora marchita
de esperanzas.

Llegó el tiempo del desencuentro,
malográndose los pétalos de las dalias
y desmembrando el abrazo de los amantes,
que en su delirio no atinan a encontrarse los labios.

Desterrada la luz de su hornacina solar,
no queda sino la sarmentosa osamenta
del un  pasado apenas esbozado,
reclinada sobre el infranqueable muro del desdén.

La oscuridad se cierne sobre un inmundo lecho de agonías y pesares,
cuando mis párpados vierten, en el cáliz de tu pecho,
la sinfonía maldita, el errático tintineo
de las lágrimas caídas por los amores que han muerto.

(Mayte Dalianegra)

Pintura:"El funeral de Atala" (1808), Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson
Safe Creative #1102048418348

domingo, 30 de enero de 2011

SERÉ


Seré aquello que tu corazón anhela:
lluvia primaveral consagrando
los campos y las flores
a alguna divinidad silvestre,
brisa canicular seduciendo
la madreperla de las olas
de un océano tan verde como calmo
o torrente fresco,
arracimado de júbilo,
en espera de la caricia de tu piel.

También seré tormenta de arena
batiendo con violencia los postigos,
batiendo con violencia nuestros pechos,
enajenando manos,
llenando las bocas de estrellas
y arrancándoles tórridas sinfonías
a los clavicordios.

Seré trigales abrasados por el fuego
del verano, arrozales húmedos
que baña el metal blanco de la luna
y hojarasca
que fecunda los claroscuros
que dona el otoño.

Seré mariposa, luciérnaga,
libélula con alas de cristal emplomado,
sirena de aguas salobres,
ninfa de dulces aguas,
quizá princesa de cuento,
tal vez dama con unicornio por mascota,
nieves de un confín del Himalaya,
arbotante de templo gótico
o factura impagada de la luz de un frío
invierno, porfiando en cobrarse
el adeudo en tu carne y en tus besos.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Challenge" (Desafío), 1950, Juan Medina. Colección privada

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martes, 25 de enero de 2011

"PARA LA DALIA NEGRA", Amílcar Blanco


A mí me gustaría por el lujo de disfrutar tus dones,
visitarte en los sitios de luz por los que pasas,
de mil y muchas más habitaciones.
Andar sus galerías y terrazas,
sus hondos, comodísimos salones
y sus cosmogónicos balcones.
Oír las lentas cuerdas de guitarras,
las tripas gemidoras de chelos y violines.
Y ver cuerpos y talles y viñadoras parras,
paisajes cincelados y eglógicos confines,
hombros ebúrneos, muslos agresivos,
brazos, senos y sombras, soportales
de alcobas con rubíes ojos vivos
y mordazas sanguíneas y labiales,
trenzadas en abrazos y besos obsesivos.

¡Qué lujo! ver el tiempo clarear en sus rincones,
ver sillas con estambres, espejos y almohadones,
Los cuadros que pintaste, con manos encastradas
de colores y pastas, sueños y pinceladas.
Y un lujo que tus ojos marrón verde, melados,
golpeen mis miradas con sus luces cordiales,
quiebren líneas y círculos, perdones y pecados
batiendo en mil colores sus sombras espectrales.
Después en el ocaso tiñéndonos rosáceos,
sentar bajo glorietas nuestros tibios espacios
y hablar como si fuéramos Armando y Margarita
reviviendo por siempre su Traviata y su cita.

(Amílcar Blanco)

Pintura: "An italian lady" (Una dama italiana), Frederick Leighton (1830 - 1896)

jueves, 20 de enero de 2011

A ROXELANA, LA SULTANA ROSSA


La media luna, 
la luna creciente,
brilla como gajo de fruta escarchado
en el azúcar de la noche de Estambul
—hecho ya delicia turca—,
mientras llama a la oración el almuecín.

La salmodia se expande
entre la bruma,
entre aromas
de jazmín y de azahar.

Brillan también las esmeraldas
del turbante del sultán bajo las cúpulas
del formidable Serrallo
—donde suspiran cautivos
abrazados al silencio,
y el duelo se enseñorea—.

Entre odaliscas y eunucos 
se abre paso
Roxelana,
favorita del harén,
la sultana pelirroja,
la de aliento
de clavel y pupilas de heliotropo.

De sus horadados lóbulos penden
dos zarcillos de oro.
Dos rosas lleva en los pechos,
arrulladas por un sedoso caftán.
Dos pezones
como dagas victoriosas,
como regios cetros,
como halcones 
que emboscados, 
acechan.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "La gran odalisca" (1814), Dominique Ingres

Safe Creative #1101208302558


Este poema está dedicado a la figura histórica de Alexandra Anastasia Lisowska, llamada Hürrem en la corte de Estambul, y en occidente Roxelana, Roxelane, Roxolana, Rosselana, Rossa o Ruziak,  esposa principal o sultana valide del sultán otomano Suleimán el Magnífico  (s. XVI).

Acompaña al poema el vídeo “Ask-i-Hürrem” (El amor de Hürrem), del que el vídeo presenta "La primera danza del harén",  del compositor y músico turco, especializado en música de fusión o “new age”, Can Atilla, dedicado a esta mujer cuya memoria trascendió las barreras del tiempo.