Vivir no dispone
a la comodidad, a la simplicidad,
a la sencillez.
Vivir es un acto de rebeldía
contra los agujeros negros
hambrientos de materia.
Nada se nos regala,
nada se nos concede ni se nos gratifica.
Nacemos entre heces
de parturienta y entre heces
solemos enfilar el rumbo.
Esta vida no es sueño
—aunque los sueños, sueños sean—,
afirmo negando a Calderón,
ni tampoco es muy larga,
ahí T.S. Eliot, también se equivocó.
Mayte Dalianegra
Pintura: “Las tres edades de la mujer” (1905), Gustav Klimt